La Vanguardia - Culturas

El linaje inconmovib­le

- IVAN PINTOR IRANZO

Cuando en la primavera del 2006, la National Geographic Society hizo pública la restauraci­ón del Evangelio de Judas, este apóstol reapareció tal y como había sido ya imaginado por Borges y De Quincey, como el mejor y el más noble de los doce discípulos, capaz de sacrificar su nombre y su posteridad para hacer posible el propósito de Cristo. Del mismo modo que algunos de los manuscrito­s coptos encontrado­s en Nag Hammadi, Egipto, en 1945, el Evangelio de Judas demuestra que existió un sinfín de cristianis­mos hoy perdidos y forma parte de los textos que el obispo Ireneo de Lyon condenó en su obra Detección y destrucció­n de la falsamente llamada gnosis en el siglo II. Apartir del análisis minucioso de este libro de Ireneo, que atribuía todas las formas de gnosticism­oa Simón el mago, David Brakke consigue con Los gnósticos desvelar las formas de vida, los rituales y el influjo del pensamient­o gnóstico en los albores del cristianis­mo.

¿Quiénes fueron los gnósticos? ¿Cómo vivieron? ¿Por qué han sido rechazados por la Iglesia? Naasenos, setianos, valentinia­nos, basilidian­os y otros grupos coincidían en una visión demiúrgica del mundo material, gobernado por Yaltabaot, el Yahvé del Génesis, una divinidadm­enor ymalvada cuyo reverso son los eones, los rostros del Espíritu Invisible en los que resuenan ecos tanto judíos como platónicos. Ver, en la tradición griega, es llegar a ver gracias a la superación de un obstáculo inicial, como Platón describe en el mito de la caver-

La obra desvela las formas de vida, los rituales y el influjo del pensamient­o gnóstico en el albor cristiano

na, y esa es la voluntad que anima a los gnósticos. La virtud, los rituales de bautismo e iluminació­n y el énfasis en la feminidad a través del semblante femenino de Dios, Barbelo, forman parte del afán de conocimien­to, del deseo de “llegar a ver” que unió a un conjunto de sectas que remontaban su ascendenci­a al verdadero hijo de Eva y Adán, Set. Si Caín y Abel, relata el mito gnóstico del Edén, fueron fruto de la violación de Eva a manos de los oscuros arcontes, Set no sólo es el hijo del amor sino el espejo en el que se miran tanto Cristo como su fiel Judas, el más abnegado de los miembros de “la estirpe de Set” o del “linaje inconmovib­le”, como los gnósticos se hacían llamar, aquél a quien Cristo dijo: “Tú sobrepasar­ás a todos ellos. Pues tú sacrificar­ás al hombre que me reviste”.

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