Fuera de control
La artista crea un universo tortuoso e inconcreto
Carla Tarruella (Barcelona, 1966) expresa a través de la pintura todo aquello que le cuesta comunicar a través de las palabras. Es una mujer inquieta, como lo demuestran sus profesiones, que ha sabido combinar las sinergias de mundos tan lejanos como el arte, la empresa y la gastronomía, aprendiendo de cada uno en beneficio de los demás.
Su interés por la pintura comenzó a los veintinueve años, desde la admiración a artistas como Edvard Munch, Francisco de Goya o WilliamTurner. Comobuena autodidacta, ha satisfecho su curiosidad junto a quienes más saben, buscando nuevas formas de experimentación y superando códigos cerrados, desde un punto de vista conceptual, técnico y estético. La pintura le ofrece la manera de establecer un diálogo con el espectador –algo que considera una finalidad en símisma– y de conmoverlo, creando mundos donde podamos entrar, pensar, y por qué no decirlo, acompañarla.
“Ni estoy tan loca, ni estoy tan sola”, confiesa la artista en el vídeo que acompaña su última exposición, Mellaman soledad, en la Fundació Vila Casas de Barcelona. Un título que hace referencia a la certeza de la pintura como territorio de soledad y a una actitud vital que Glòria Bosch, comisaria de la mues- tra, describe como un exilio en la pintura. Se compone de 25 obras elaboradas entre los años 2008 y 2013, que nos trasladan a un universo acuoso e inconcreto, planteando numerosas incógnitas, especialmente aquellas obras que forman parte de la serie de las Aguas.
Reconozco en las pinturas de Carla Tarruella ecos de las palabras del sociólogo Zygmunt Bauman, que definen el momento en que vivimos como líquido, es decir, marcado por la ausencia de límites y estándares comunes, en el que las certezas se desvanecen y todo cuanto nos sostenía, individual y colectivamente, adquiere formas frágiles, temporales e inestables. Esta liquidez, en su interpretación más optimista, es la forma más adecuada que ha encontrado Tarruella para explorar su creatividad, fascinada por las infinitas posibilidades expresivas de la materia.
Formas líquidas
Las formas líquidas de Brisa de agua o Multitud solitaria contrastan con la rigidez y la necesidad de concreción que la artista percibe de su entorno y que la impulsa hacia el lado contrario. Desde un punto de vista técnico, son obras firmes y valientes. Tarruella aboca el color líquido sobre una base de acetato y hace que fluya con un gesto expresionista en una combinación de libertad y medida, para acabar cubriendo la superficie con un potente barniz que solidifica las capas anteriores. Las aguas, los pigmentos y los acetatos le proporcionan esa sensación de inmersión total en la obra que persigue.
La muestra concluye con trabajos procedentes de una etapa anterior, de carácter figurativo y gustos más geométricos, a la que pertenecen su serie de laberintos y unos siniestros retratos que se exponen en la planta inferior. Con títulos como Pasará, Desde arriba o Pueblo encontramos una galería de retratos desoladores; personajes rotos, cuya figura parece descomponerse entre los hilos y retazos de tela que forman estos collages.