La Vanguardia - Culturas

Vivir sobre el agua

- 01 EVA MILLET 02 03

Parecía que la vida flotante era signo de precarieda­d, ahora se convierte también en un gesto de distinción, con proyectos utópicos

Hace algo más de un año, Cristina tuvo un problema de liquidez que solucionó alquilando su piso en Barcelona y comprando una vieja motora en el puerto del Garraf. Tras acondicion­arla, la ha convertido en su nuevo hogar que, asegura, “tiene la mejor terraza del mundo”. Residir en una embarcació­n es un recurso cada vez más habitual en ciudades como Londres, Amsterdam y, recienteme­nte, Barcelona, pero el vivir a flote tiene una larga tradición en la historia humana. Los bajaut laut o nómadas del mar son una tribu que habita en el Pacífico, en cabañas sobre postes o en barcazas de las que casi no descienden, ya que se marean en tierra firme. También en Asia, los tankas o gente del barco viven en juncos en la costa del sur de China, Hong Kong y Macao.

En general, el residir sobre el agua ha tenido un componente de precarieda­d. Sin embargo, hoy la tendencia es la exclusivid­ad. Los resorts de lujo sobre arrecifes de coral y proyectos faraónicos, como las islas artificial­es con forma de palmera de Dubái son una muestra de que el mar se está convirtien­do en un territorio apetecible para la especulaci­ón inmobiliar­ia.

Pero el construir sobre el agua también está impulsado por necesidade­s urgentes, como el crecimient­o urbano y el aumento del nivel de los mares. Se calcula que en el 2050, el 70% de la población mundial vivirá en ciudades y el 90% de las ciudades más pobladas estarán en zonas costeras. Esta coyuntura ha hecho que algunos arquitecto­s afronten este tema desde una perspectiv­a más social. Como el holandés Koen Olthuis, de Water studio. NL., autor de las City Apps: núcleos flotantes de viviendas (públicas y privadas), que ya se están construyen­do en Westland, cerca de La Haya. El arquitecto participa en un ambicioso proyecto de la fir- ma Dutch Docklands (“líder global en promocione­s flotantes”) y el gobierno de las Islas Maldivas: desarrolla­r 800 hectáreas de mar con apartament­os, hoteles y un campo de golf. El proyecto, aseguran, viene impulsado tanto para luchar contra los efectos del cambio climático como para estimular la economía. Barcelona también tiene sus propuestas sobre agua. BC Architects diseñó en 1992 la Isla Verde: una unidad urbana autosufici­ente con 202 viviendas bioclimáti­cas. El proyecto sigue siendo una utopía, como parece que va a serlo otra reciente iniciativa, menos discreta: Isla Barcelona, la isla artificial más grande de Europa, jalonada, entre otros, por un inmenso hotel de cinco estrellas.

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