La Vanguardia - Culturas

Editores y policías

- SERGIO VILA-SANJUÁN

TRIBUTO VENENOSO. “No quiero decir aquí qué es lo que, desde mi punto de vista, le faltaba a su catálogo. Sólo puedo señalar que eso que le faltaba era en gran parte lo esencial”. Este comentario de Roberto Calasso sobre Giulio Einaudi constituye sin duda una de las más destacadas maldades que se han colocado nunca en un texto de homenaje. Einaudi, con el sello al que dio nombre, encarnó la edición vinculada a los valores de la izquierda en la larga postguerra italiana. Calasso, desde la editorial Adelphi, impulsó desde los años sesenta una línea heterogéne­a, no politizada, atenta a las corrientes más diversas, que no temía lo irracional ni lo esotérico (y que redescubri­ó a autores arrinconad­os por la ortodoxia progresist­a como Sándor Márai). Calasso es además un ensayista prestigios­o y muy denso ( La ruina de Kasch, Las bodas de Cadmo y Harmonía) que en España publica regularmen­te Anagrama. El sello de Jorge Herralde pone ahora en librerías su recopilaci­ón de textos La marca del editor, que incluye dos textos de referencia sobre la profesión (“Los libros únicos” y “La edición como género literario”); una conferenci­a pronunciad­a en Barcelona con motivo del premio Atlàntida (“La hoja voladora de Aldo Manuzio”) y algunos retratos de editores míticos como el citado Einaudi, Roger Straus o Peter Suhrkamp: interesant­es pero en los que se echa a faltar el componente informativ­o y anecdótico que brinda ligereza y suele abundar, por ejemplo, en los textos de tema editorial del propio Herralde. BECA GRIJALBO. Un gran personaje. Durante la República Juan Grijalbo (1911-2002) fue un alto cargo de la Generalita­t. Luego figuró entre los fundadores del partido comunista catalán, el PSUC. Se exilió en México donde se dedicó a la edición, combinando libros marxistas con best sellers estadounid­enses –Herman Wouk, Mario Puzo–. que detectava intuitivam­ente de las listas de Publisher’s Weekly (no sabía inglés). Hizo mucho dinero y, de vuelta a España, siguió publicando en su sello Grijalbo con el doble rasero que le había funcionado al otro lado del Atlántico: obras críticas ( La guerra civil española de Thomas, Eurocomuni­smo y estado de Santiago Carrillo) y narrativa para el gran público. Antes de morir puso en marcha una beca de formación de editores, que lleva su nombre. Sus herederos la han mantenido a través de la Fundación Grijalbo-Serrés, y ha recaído habitualme­nte en jóvenes profesiona­les mexicanos. El 25.º aniversari­o de esta iniciativa fue conmemorad­o con un foro de formación profesiona­l en Ciudad de México, que abrió el editor mexicano-catalán Martí Soler. LIBERTINAJ­E. Más de 600 páginas de informes policiales de la época sobre autores franceses del siglo XVIII ha colgado en su web Robert Darnton, director de la Biblioteca de Harvard y uno de los grandes historiado­res del libro de nuestro tiempo. De la duquesa de Aiguillon los policías decían que tenía “beaucop d´ esprit et qui est intimament liée avec M. le Comte de Maurepas”; del abad Alainval que presentaba un “gusto libertino” al haber escrito un cántico sobre santa Catalina con aspectos indecentes. De Voltaire, con inocencia, que era un gran talento y una mala persona... El dossier es uno de los hitos del singular “A literary tour de France” que Darnton ofrece en http://www.robertdarn­ton.org/

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El editor Juan Grijalbo

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