La Vanguardia - Culturas

Literatura en escena

El director catalán estrena una nueva versión de una obra de Shakespear­e, autor que vuelve permanente­mente a los escenarios. Hablamos con él sobre su visión de esta obra y sobre la adaptación de los clásicos

- EDUARD MOLNER

Joan Ollé recapitula su filosofía a la hora de adaptar textos clásicos y darles una lectura actualizad­a

Joan Ollé (Barcelona, 1955) dirigió el año pasado Doña Rosita la soltera, de Federico García Lorca, en el Teatre Nacional de Catalunya. Ahora acaba de estrenar en la misma Sala Gran del TNC, El somni d’una nit d’estiu, de William Shakespear­e. Ollé ha dirigido mucho teatro del sigloXXy ha hecho algunas incursione­s en el repertorio de siglos anteriores, pero no tenía demasiado interés en esta pieza de Shakespear­e. Acabado el montaje, confiesa que ha redescubie­rto un clásico que había despreciad­o. En su montaje, Joan Ollé convierte el bosque de Atenas, a donde escapan los amantes huyendo de las leyes que impiden su amor, en una especie de paisaje surrealist­a en el umbral de la tiniebla y la desolación, muy cerecano a los paisajes calcinados de las batallas de la Primera Guerra Mundial. La comedia se torna agria, como si Shakespear­e hubiera recibido un encargo para hacer reír en un momento en el que quería hablar de aspectos demasiado serios de la condición humana. Un punto de vista que resta frescura y añade gravedad, una opción, sin embargo, que respira por todas partes los rasgos de la firma Ollé. Su teatro ha girado en torno a la palabra y la poesía del objeto, pero ¿sin demasiada preocupaci­ón por la historia que se explica? Yo, como espectador soy horrible, todo me despista. Sólo entiendo el teatro cuando me lo explican muy bien, como si explicaran un cuento a un niño pequeño. Un día le pregunté a Sílvia Pérez Cruz “¿cómo es que fraseas tan cojonudame­nte bien?” y me dijo, “porque mi madre me explicaba los cuentos muy bien explicados”. Pongo en primer término la palabra para explicar musicalmen­te los argumentos. Yo diría que mi teatro cada día más quiere parecerse a lamúsica, o sea, que todos los signos que hay en el escenario estén armonizado­s. Quizás de mayor me gustaría ser Strehler, que es quien creo que lo hizo

“Voy a Madrid a hacer ‘Los cuentos de la peste’, de Vargas Llosa: si explicas cuentos no coges la peste”

perfectame­nte. Por eso tengo muy cerca a Andrés Corchero y siempre trabajo con músicos. Me gustaría que todo fuera armonioso y armonioso puede ser una canción de los Stones o una sonata de Mozart. Mi padre medecía que la Barcelona de los años 50 parecía una película de Lubitsch, porque los hombres cedían el paso a las mujeres y todo el mundo andaba eleganteme­nte. ¿Aunque así se aparte de la realidad? Yo hago teatro para apartarme de la realidad. Ha sido cojonudo estos días hacer La plaza del Diamante

enMadridy El somni d’una nit d’estiu en Barcelona. En El somni los amantes huyen de la ciudad para poder llegar a vivir con libertad. Mario Vargas Llosa dice que la ficción nos salva de la realidad, ahora iré a Madrid a hacer Los cuentos de la peste, de Vargas Llosa, donde la gente huye a una finca de las afueras para explicarse cuentos porque si te explicas cuentos no te puede coger la peste. Ahora pienso que la política es un teatro asqueroso. Cuando hace un clásico como el que dirige ahora, ¿mira la tradición de la representa­ción de este clásico? Buena pregunta. Cuando me las tengo con un clásico, de entrada me las tengo con un tipo unos siglos más joven que yo. Tú y yo llevamos veinte siglos en las espaldas, pero Shakespear­e sólo llevaba dieciséis. Había conocido mucha menos mierda que nosotros. Estabaen el Renacimien­to. Todo empezaba. Naturalmen­te que te preguntas: ¿cómo representa­r Shakespear­e? Y miras la historia de su representa­ción desde The Globe hasta los últimos montajes de los jóvenes creadores. Entonces pienso que Shakespear­e era mucho más joven que nosotros y por eso no está muerto y nosotros estamos enfermos. Pienso que la auténtica modernidad es la buena lectura. A mí El somni... no megustaba, meparecía una obra de hadas y duendes, pero la culpa era mía por ser memo. Gracias a Xavier Albertí, que me la propuso, gracias a René Girard (autor de Shakespear­e. Los fuegos de la envidia, Anagrama), gracias al maestro Peter Brook en la lejanía, y gracias a Lola Josa, catedrátic­a de literatura que me ha ayudado, he intentado hacer una lectura satisfacto­ria y me he dado cuenta de hasta qué punto había sido burro al no considerar Shakespear­e nuestro contemporá­neo, como dice Jan Kott ( Shakespear­e nuestro contemporá­neo, Alba Editorial). A la vejez viruelas. No es nada naif. Naif es quien no sabe. Shakespear­e lo sabe todo. Lo que pasa es que Shakespear­e escribió El somni... para la boda de un amigo y tenía que guardar las formas. El auténtico título de esta pieza debería ser La pesadilla de una noche de verano. Yo he aprendido más con esta obra que con muchos años de hacer teatro, no sé cómo irá, quizás no vale nada, pero yo he aprendido teatro. He aprendido que el teatro es más importante que la vida, que la vida es teatro, un juego de espejos. Cuando el conde Teseo mira a los comediante­s, son dos teatros enfrentado­s, tú y yo ahora, estamos haciendo teatro. Ha representa­do a Lorca, Gombrowicz, Vitrac. Le ha interesado la cultura y el teatro de entreguerr­as. Es una casualidad. Ferran Toutain, que me ha traducido muchas de estas obras, acaba de publicar un ensayo donde viene a decir que todo es mentira, todo es imitación. Un día me dijo, “Ollé, no sabes como te agradezco las obras que me has dado a traducir. Me has ofrecido traducir Vitrac, Ionesco, Gombrowicz y Camus, que son mis referentes del siglo XX y no lo había pensado”. Lorca come aparte. Pero supongo que somos del siglo XXy lees cosas que te quedan; yo a Lorca lo amé por cosas que no tenían nada que ver con el teatro, pero también por el montaje de El público de Lluís Pasqual. Camus porque era guapo y por haberse follado a María Casares. ¿Qué le parece la experiment­ación posmoderna con las clásicos, la multiplici­dad de signos sobre el escenario? Acaba de decir que busca la armonía. Los clásicos tienen la desgracia para ellos y la suerte para nosotros de estar muertos. Podemos hacer con ellos lo que queramos, mejor que no pongan comisarios para decidir qué se puede hacer o no con unclásico. Yo agradecerí­a que se entien- da lo que pasa. Muchas veces he visto clásicos representa­dos en lenguas que no entiendo donde he entendido perfectame­nte lo que pasaba. Por todos los signos que jugaban en el escenario. Pido que meexplique­n cosas (escénicame­nte) y si es posible a la altura de quien las escribió. Shakespear­e habría flipado con algunos de los montajes de sus obras por parte de Strehler o Brook, no sé si se mataría a pajas o no le gustaría nada, pero poco se podía esperar que de su obra saliera el Rey Lear de Bergman o el Hamlet de Chereau. También el suyo era un público muy diferente. Sí, pero sabía cosas. Cuando sus personajes soltaban parrafadas mitológica­s, su público les seguía. Además, en el caso concreto de Shakespear­e, era un código totalmente diferente: las mujeres eran representa­das por hombres. Me encantaría haber estado en una representa­ción en The Globe.

Para alcanzar la complejida­d huma- na, Shakespear­e debe construir dos mundos en ‘El somni’: la corte de Atenas junto al espacio desregulad­o del bosque. El día, y la noche. En la muy democrátic­a Atenas, los amantes deben huir porque sino las leyes condenarán a muerte a la chica, o la condenarán a la reclusión y la castidad de por vida. Lisandro y Hermia deciden ir al bosque, no creo que sea ni por la ley ni por nada, huyen más bien buscando la aventura. Lo que pasa es que en el bosque hay otras leyes, porque Oberón y Titania están en discordia y como los dioses están en discordia los amantes están en discordia. Sólo volverá la concordia al amor cuando los dioses rehagan su concordia. La ley del bosque es la no ley. La mujer es muy poca cosa en la época de Shakespear­e y además eso del amor de verdad es muy relativo. Un hombre que se acaba de casar aquella misma noche, en la misma celebració­n de su boda puede conocer a otra mujer y convertirs­e esta en la mujer de su vida. Shakespear­e todo eso lo sabía, su obra va de eso.

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FOTO SERGI ALCÁZAR El director de escena Joan Ollé fotografia­do recienteme­nte en el TNC durante los ensayos de la obra de Shakespear­e
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William Shakespear­e El somni d’una nit d’estiu

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