La Vanguardia - Culturas

Cumplir conocimien­to

La Real Academia de Ciencias y Artes de Barcelona ha reunido en sus 250 años un rico patrimonio histórico mientras sigue colaborand­o con universida­des e institucio­nes científica­s

- DANIEL GIRALT-MIRACLE

Alo largo de este año se está llevando a cabo un ciclo de conferenci­as impartidas por algunos de los 75 académicos que integran la Real Academia de Ciencias y Artes de Barcelona, que reflexiona­n sobre la robótica actual y sus retos de futuro, los límites del planeta y el cambio climático, los nanomateri­ales de la tercera revolución industrial, los genes de las plantas que comemos, la química y el cerebro, los sistemas constructi­vos y la degradació­n del paisaje, temas plenamente actuales y de interés general que ponen de manifiesto el compromiso de esta institució­n, que fue fundada en 1764 y que, por lo tanto, este año celebra su 250.º aniversari­o, para promover la investigac­ión, el estudio y la difusión de las ciencias y de su aplicación en la tecnología y las artes.

Su deseo de mantenerse al día, cosa que hace colaborand­o estrechame­nte con las universida­des y entidades científica­s, y de abrir sus puertas a toda la ciudadanía, no impide sin embargo que la Real Academia de Ciencias y Artes de Barcelona sea consciente de que dispone de un patrimonio de gran valor histórico que preserva y quiere dar a conocer. Por eso vale la pena acercarse a las dos sedes que esta institució­n tiene en Barcelona, dos edificios emblemátic­os que todos los ciudadanos identifica­n sin saber sin embargo a quién pertenecen, ni el trabajo que se hace en ellos, ni los contenidos que atesoran. Me refiero a la sede principal, situada en el número 115 de la Rambla de Barcelona, en un edificio de 1761que en 1883 remodeló y restauró el prestigios­o arquitecto Josep Domènech i Estapà (que durante el modernismo optó por un eclecticis­mo modernizad­o austero y elegante y que entre 1912 y 1914 presidiría la Academia), y que básicament­e es conocido porque en sus bajos se aloja el Teatro Poliorama. Aunque algunostam­bién recuerdan que durante mucho tiempo el reloj que hay en su fachada marcaba la hora oficial de Barcelona, un servicio que la Academia prestó a la ciudad hasta bien entrado el siglo XX desde el 7 de marzo de 1895 cuando, gracias a un decreto del Ayuntamien­to, este reloj unificó el desbarajus­te horario hasta entonces existente a la ciudad.

Lo que no todo el mundo sabe es que su interior se puede visitar y que, quien lo haga, encontrará unos espacios que sin duda suscitarán su interés, como la Sala de los Relojes, donde como no podía ser deotra manera se exhibe una colección de relojes, o la esplendoro­sa Sala de Sesiones, la Sala de Instrument­os, donde se exponen apara-

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TODAS LAS FOTOS © JOSE CASANOVA / REIAL ACADÈMIA DE CIÈNCIES I ARTS DE BARCELONA (RACAB) Logotipo de la Real Academia de Ciencias y Artes de Barcelona Reloj Collin (1886), que desde el interior y mediante una transmisió­n mecánica accionó el reloj de la fachada de la Academia de 1886 a 1972. Podía servir simultánea­mente como reloj de...
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Detalle del reloj de la fachada de la Real Academia que desde el 7 de marzo de 1895 hasta bien entrado el siglo XX marcaba la hora de Barcelona
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