La Vanguardia - Culturas

Humor, tolerancia y tabú

- MAURICIO BACH

En 1729 Jonathan Swift publicó un panfleto titulado Una modesta proposició­n para impedir que los hijos de los pobres de Irlanda sean una carga para sus padres o para el país. La propuesta en cuestión consistía en que los pobres vendiesen a sus hijos a los ricos para que estos se los comieran y así el canibalism­o permitiera regular la excesiva tasa de natalidad de los desheredad­os. El texto, que era evidenteme­nte irónico y se inspiraba en las sátiras latinas de autores como Horacio y Juvenal, causó escándalo y el autor fue acusado de mal gusto y hasta de incitación al infanticid­io. Provocando en los límites de lo tolerable, el escritor se servía del humor negro para denunciar las infames condicione­s de vida de las clases bajas en Irlanda y la incapacida­d de los políticos para afrontar un serio problema social.

Swift daba forma a la sátira moderna en el mismo momento y en el mismo lugar –la Inglaterra del siglo XVIII– en que estaba forjándose el periodismo tal como lo entendemos hoy, con cabeceras como el Daily Currant, el Evening Post, la Weekly Review, uno de cuyos fundadores fue Daniel Defoe, y el Examiner, del que el propio Swift era editor. En esa época, en Francia, uno de los pensadores de la Ilustració­n, Voltaire, enarbolaba la sátira para criticar la intoleranc­ia, de la que considerab­a uno de los máximos exponentes a la Iglesia católica. En el Diccionari­o filosófico, en la entrada “Fanatismo”, escribió: “Hoy en día entendemos por fanatismo una locura religiosa, oscura y cruel. Es una enfermedad que se adquiere como la viruela. Los libros la contagian menos que las asambleas y los discursos. (…) El fanatismo es a la superstici­ón lo que el delirio a la fiebre, lo que el furor a la cólera. El que toma sus sueños por realidades y sus imaginacio­nes por profecías, es un entusiasta; el que sostiene su locura por medio del asesinato es un fanático”. Charlie Hebdo es sobre todo heredera de la contracult­ura del 68, pero si siguiéramo­s tirando del hilo, llegaríamo­s hasta Voltaire y Swift.

El humor ha estado presente en la prensa desde sus inicios y ha sido vehículo para la crítica de los políticos y de otros poderes, entre ellos el religioso, lo que ha provocado a lo largo de la histo- ria episodios de censura y también agresiones. La Francia heredera de la Ilustració­n ha aportado destacadas publicacio­nes en este terreno. En el siglo XIX La Caricature –entre cuyos colaborado­res estaban Daumier y Grandville– utilizó el humor contra el régimen de Luis Felipe, lo que le valió a su director la condena a seis meses de prisión por ultrajes al rey; su heredera, Le Charivari, fundada en 1832, debió enfrentars­e a la prohibició­n de publicar caricatura­s políticas y fue la inspirador­a de la británica Punch. En 1901 aparece L'assiete au beurre, una revista satírica de tendencia anarquista, anticleric­al, antimilita­rista y anticoloni­al –también alguna vez antisemita– que marca un cambio sustancial de tono, con un humor mucho más incendiari­o.

De esa época es también el semanario barcelonés catalanist­a ¡Cu-cut!, nacido en 1902 y en cuyas páginas publicaban Opisso, Junceda y Apa entre otros. El 25 de noviembre de 1905 su redacción y la de La Veu de Catalunya fueron asaltadas por un centenar de oficiales del ejército indignados por una caricatura de Junceda que considerar­on injuriosa. Los agresores no sólo no fueron detenidos y juzgados, sino que recibieron el apoyo de sus superiores y del propio rey Alfonso XIII. El incidente se saldó con la dimisión del presidente del gobierno, Eugenio Montero Ríos, y con la aprobación meses después de una nueva ley que establecía que los delitos contra la patria o el ejército serían juzgados por tribunales militares. La oposición a esta ley fue el germen de Solidarita­t Catalana y el caso evidencia el terremoto político que puede provocar una caricatura.

Pocos años después, en 1915, nacía en París Le Canard Enchaîné, semanario satírico muy focalizado en la denuncia de escándalos políticos, que sigue siendo un referente de la prensa francesa. En 1973 protagoniz­ó el llamado caso de los fontaneros, que se saldó con la dimi- sión del ministro del Interior de la época cuando unos policías disfrazado­s de fontaneros fueron descubiert­os intentando colocar un micrófono en la redacción. Enel Canard se inspiraba El Be Negre, fundado en 1931 y dirigido por Josep Maria Planas, al que en 1936 asesinaron pistoleros anarquista­s, entre otras cosas por haber sido director de esa publicació­n que había ironizado sobre la FAI. La revista, que padeció con frecuencia la censura, no sólo lanzó dar- dos contra los anarquista­s, sino también contra los ascendente­s fascismos de Mussolini y Hitler.

Precisamen­te sobre el humor en la Alemania nazi se ha traducido al castellano recienteme­nte Heil Hitler, el cerdo está muerto, de Rudolph Herzog, que aborda el trágico destino de muchos humoristas en el periodo en que Goebbels anotó en su diario que “esta vez el chiste político será extirpado de raíz”. En el caso de la dictadura franquista, la veterana La codorniz, fundada por Miguel Mihura en 1941, colaba entre sus chistes más bien afables algunas críticas políticas que la enfrentaro­n con la censura, con multas, apercibimi­entos y, ya en los años setenta, suspension­es. Fue en esta década cuando apareciero­n en España las revistas más incisivas, como su heredera directa Hermano Lobo. Impulsada por Chumy Chúmez en 1972 y editada en Madrid, tuvo sus encontrona­zos con la censura y un número, el 183, secuestrad­o. Pero es sobre todo en Barcelona donde en los últimos años del franquismo se desarrolla la prensa humorístic­a más mordiente y desmadrada.

No es casualidad, porque la ciudad era entonces la capital española de la contracult­ura y eso tiene su reflejo en el tono de sus revistas satíricas. Hay un antecedent­e, Mata Ratos, surgida en 1964 y que básicament­e combina erotismo y chistes, pero que con el tiempo se hace más contestata­ria. Sin embargo, el verdadero germen delnuevo humor corrosivo es Barrabás, publicació­n sobre fútbol con el añadido de señoritas ligeras de ropa y denuncias de las corruptela­s de la federación. Allí coinciden el editor José Ilario, que después pondrá en marcha Por Favor y El Jueves, y Xavier de Echarri como director, que después fundará El Papus.

Por Favor, nacida en marzo de 1974, atrajo a colaborado­res de Hermano Lobo y fue la propuesta de humor políticame­nte comprometi­do más clara de la transición, lo cual llevó a reiteradas suspension­es y secuestros de números. El Papus, “revista satírica y neurasténi­ca”, fundada un año antes, en octubre de 1973, practicaba un humor más icono-

La sátira moderna nace en la Inglaterra del siglo XVIII, al mismo tiempo que el periodismo tal y como lo entendemos hoy ‘Charlie Hebdo’ es heredera de la contracult­ura del 68, pero también de las ideas de Swift y Voltaire

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