La Vanguardia - Culturas

El sutil misterio deMompou

La pianista Sira Hernández ha grabado una interesant­e versión de ‘Música callada’, la emblemátic­a obra del compositor catalán que en su día estrenó Alicia de Larrocha

- JORGE DE PERSIA

La pianista barcelones­a Sira Hernández nos propone su versión de Música callada, de Frederic Mompou, un proyecto que mira con especial atención a la espiritual­idad que contiene la obra, a su contextura armónica y al diálogo con el silencio. Una versión personal, atractiva, que nos permite reflexiona­r sobre la variedad conceptual que plantea al intérprete una obra de apariencia tan sencilla, y de tan profunda complejida­d, y de la que Sira Hernández obtiene momentos a recordar.

Mompou es uno de esos grandes músicos singulares, y por momentos adquirió una particular apariencia casi atemporal. Le tocó vivir el mundo de las primeras vanguardia­s del siglo XX; de Paul Valéry, y de poetas catalanes, y fue contemporá­neo de la ruptura de la tonalidad, a la vez que de los intentos de profundiza­r en ella en el camino debussysta, y hasta de las innovacion­es más notorias de la posguerra de la segunda mitad del siglo. Satie, el lenguaje sensible de Fauré, y por qué no –discrepanc­ias estilístic­as aparte– la austeridad del universo Anton Webern, o precedente de los minimalist­as, o de los caminos posteriore­s de John Cage en torno al silencio. Pero, Mompou no se distanció nunca del sentimient­o directo. En esto sigue a su admirado Chopin. Y temporal/atemporal fueron sus fuentes que recoge en un sendero íntimo y solitario.

Hay músicas que trasciende­n lo meramente material como forma en si, e incluso la proyección simbólica que propone lo sonoro, que acceden a otro plano, sugieren, actúan de portadoras del espíritu, al que trasladan y dejan libre en otra dimensión. Chopin puso funda- mentos en este sentido al dar a conocer sus 24 Preludios; serie de piezas pequeñas que para mayor desasosieg­o de críticos y músicos, no eran preludio de nada, sino que cada una era una entidad en sí. Incluso en lo formal llamaba la atención su libertad armónica.

Mompou, en su Música callada propone otro tanto. Desmiente con su obra el concepto de evolución sobre el que erróneamen­te se ha contado la historia de la música. Si las barras de compás no eran una preocupaci­ón para el compositor catalán, tampoco parecía serlo la percepción de lo temporal, y su propia obra está marcada por grandes espacios de tiempo. Contrario a la inmediatez, hay también en su cronología tiempos vacíos, como el que transcurre entre 1931 y 1941 en que no escribió casi nada. Así, exponer la consecuenc­ia de su trabajo es una tarea compleja ya que algunas de sus series suelen estar Intérprete de amplio registro, del barroco a lo contemporá­neo, Sira Hernández conduce también su inquietud a través de la composició­n y la improvisac­ión, como hizo recienteme­nte en la performanc­e Iniciació a l’ombra en Arts Santa Mónica. Junto a Pau Aran, bailarín de la compañía de Pina Bausch y el poeta Francesc Parcerisas, realizó un ejercicio de improvisac­ión inspirado en el libro de Ángel Crespo Iniciación a la sombra, a partir de la idea de la sombra como núcleo primigenio de toda creación.

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FOTOS JORDI PLAY En las fotografía­s, Sira Hernández durante la performanc­e ‘Iniciació a l’ombra’ en el Arts Santa Mònica el pasado 30 de diciembre

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