El verdadero conde de Montecristo
Nos brinda el retrato del primer Alexandre Dumas y pinta un fresco rico en detalles de la Francia de la Ilustración
El neoyorquino Tom Reiss concibe el género biográfico como una auténtica indagación detectivesca y se siente atraído por personajes escurridizos que se mueven en los resquicios de las identidades sociales y culturales. Lo demostró en 2005 con El orientalista, minuciosa pesquisa en torno al escritor conocidocon el seudónimo deKurban Said, autor de una novela envuelta en un aura legendaria, Ali y Nino. En ese caso el hilo del que tiraba le llevaba a Bakú, la capital de Azerbaiyán, a un Oriente en el que se mezclaban judíos, cristianos y musulmanes; al floreciente negocio del petróleo a principios del siglo XX y a un personaje que siendo de origen judío se hacía pasar por príncipe musulmán, ejercía de refinado orientalista y posaba en las fotografías con aires de dandi y tocado con un fez.
El protagonista del siguiente proyecto biográfico-detectivesco emprendido por Reiss está como poco a la altura de Kuban Said y de nuevo le permite al autor adentrarse en un tema que parece interesarle especialmente: el de las identidades cruzadas, el de los personajes históricos que se mueven entre dos o más culturas, sea por voluntad propia o por los vaivenes de la historia. El conde negro que da título a su nueva biografía se llama Alexandre Dumas, pero no es ni el novelista de Los tres mosqueteros, ni su hijo, el autor de La dama de las camelias. El Alexandre Dumas del que habla este libro es el abuelo de este último y el padre del anterior. Además resulta que era negro –bueno, mulato–, fue héroe de la revolución y general en el ejército napoleónico, despertó los celos y recelos del emperador, fue encarcelado y casi envenenado, y su novelesca peripecia inspiró a su hijo la trama de El conde de Montecristo.
Pero empecemos por el principio: Thomas-Alexandre Davy de La Pailleteire, que acabaría adoptando el nombre de Alex Dumas, nació en 1762 en la colonia azucarera francesa de Saint Domingue –hoy Haití–, descendiente ilegítimode un aristócrata normando renegado y una esclava negra con la que tuvo otros tres hijos antes de vendérsela a un comerciante de Nantes. Enviado a Francia como esclavo, los nuevos valores de la Ilustración lo convirtieron en un hombre libre en cuanto pisó suelo francés; llegó a París, aprendió a