Frutos de la diáspora africana
Como artistas folk o outsiders se ha clasificado a los artistas afroamericanos, relegándolos así a la marginalidad. De hecho, los nacidos durante el siglo XIX y principiosdelXXposeen como elementos comunes la pertenencia a comunidades aisladas y la carencia de formación artística académica. Como su trabajo no encajaba en los estrechos criterios empleados por las instituciones las puertas de museos y galerías se les cerraron. A cambio, su presencia era frecuente en espacios para los excluidos: museos de folklore o de historia, convertidos en salons des refusés para estos artistas.
Estados Unidos intenta paliar este arrinconamiento desde hace décadas: prueba de ello es Represent: 200 years of Afro American Art en elMuseode Artede Filadelfia. Rico en obras de Duchamp y Brancusi, este descomunal contenedor de arte no tiene mucho que envidiar en variedad y calidad al Metropolitan de Nueva York, y no sólo porque Rocky Balboa subiera triunfalmente su escalinata.
La selección de piezas procedentes de su colección corrobora lo difícil de etiquetar el arte de las comunidades afroamericanas. Se trata más bien de un complejo patchwork de expresiones individuales inspiradas por la diáspora de un continente en el que tienen sus raíces, si bien muchos no lo visitarán jamás. Obviamente, su arte tiene fuertes vínculos con momentos de la historia estadounidense como la abolición de la esclavitud y el movimiento de derechos civiles. La identidad, probablemente la palabra que más se escucha hoy en todos los estados de la unión, subyace en sus obras.
La exposición transita caminos diversos: uno de ellos es el retrato, tanto de personajes anónimos como de iconos de la cultura negra estadounidense: Martin Luther King Jr., retratado por WoodrowWilson, oRay Charles, a cargo de Chuckie Williams. Y entre las piezas sobre acciones concretas destaca la respuesta del artista Joyce J. Scott al ataque policial a RodneyKing en1991enLosÁngeles: Rodney King’s head was squashed like a watermelon, una enorme cabeza confeccionada a base de cuentas de colores.
La obra fundacional del arte afroamericano, adquirida en 1899 por el Museo de Filadelfia, se exhibe en un lugar central: La anunciación, de Tanner, que pintó durante los años de la doctrina del “separados pero iguales”. Los parisinos de 1899, como hoy nosotros, quedaron impresionados por su Virgen María. A partir de los 50, las artes representativas y el realismo social, dos de los pilares del arte afroamericano, fueron arrinconados por el expresionismo abstracto. Mientras, el movimiento por los derechos civiles tomó verdadera fuerza y con él vino la libertad artística: por fin el trabajo de estos creadores dejaba de verse sólo en términos raciales. Se exploraron nuevos estilos y materiales, como una de las esculturas de Barbara Chase-Riboud, en bronce y cuerdas, de su serie sobre Malcolm X (1969).
Salgamos del museo para seguir los pasos de la comunidad afroamericana en Filadelfia, que contaba a finales del s. XVIII con la población libre de origen africano más numerosa de Occidente. Desde la hoy refinada Washington Square llegan los ecos de lo que fue Potter’s Field, lugar de reunión para ellos hace dos siglos. Allí el inglés se entremezclaba con frases en yoruba, ewé y francés, y esta amalgama de lenguas se hacía sopa en la receta del pepper pot, un estofado caldoso de carne y verduras que se cocinaba enplena plaza, aunque hoyCampbell’s la comercialice en lata.
Desde los murales que nos salen al paso en cualquier pared medianera, catalogados gracias al proyecto Mural Arts Program, nos saludan otros iconos de la vida afroamericana a escala gigantesca: Jackie Robinson, el primer hombre de color que jugó en la liga principal de beisbol; Chick Davis, jugador de billar que entrenaba por las noches por la segregación racial. La mesa de billar forma un trampantojo con los coches aparcados bajo el fresco, que parecen ser una bola más sobre el tapete, metáfora de esta inteligente forma de integrar la realidad en el arte que lleva practicando la comunidad afroamericana desde su llegada a Estados Unidos.
Las obras inciden en la búsqueda de una identidad al tiempo que se vinculan con hechos históricos