Pianista en auge
Ni el éxito internacional ni el Premio Nacional de Música en el 2012 parecen haberle alterado. El pianista Javier Perianes (Nerva, 1978) es lo que realmente parece en las imágenes que habitualmente nos llegan de él: un tipo sencillo sin rastro alguno de extravagancia. Cordial en las formas, cercano. Viste sin afectación y se expresa como el que conoce bien aquello de lo que habla. Ha leído recientemente el libro de su amigo Justo Romero ( El piano: 52 + 36, Alianza, 2014) sobre el instrumento al que le ha dedicado toda la vida; acudió incluso a la presentación que se llevó a cabo a finales del año pasado en Madrid, en La Quinta de Mahler, los restos en forma de tienda de discos de lo que fuera la distribuidora Diverdi.
Su otra pasión es su mujer, Lidia, pianista como él; con ella y con Luis Gago, el musicólogo que volcó al castellano el libro superventas de Alex Ross ( El ruido eterno, Seix Barral, 2009), preparó la relación de obras de Felix Mendels- sohn que grabaría para el que es su último disco hasta la fecha, Lieder ohne Worte, publicado por Harmonia Mundi. Sello en el que han aparecido durante esta última década varios discos del pianista que el melómano, tanto el veterano como el neófito, apreciarán. Nos referimos a la sutil Música callada de Frederic Mompou (2006), los Impromptus de Franz Schubert (2008) o Les sons et les parfums (2013), un álbumque recoge piezas de Frédéric Chopin y Claude Debussy como el majestuoso Clair de lune.
No se considera deudor de ninguna figura o escuela. “Mis maestros, Ana Guijarro y Josep Colom, cuentan con una formación parecida. Pero no podemos hablar de escuelas. Ante todo buscaban la individualidad por encima de la estética”. Las individualidades que le interesan a Perianes son referencias clásicas del piano; dice admi- rar a Emil Gilels o a Sviatoslav Richter, entre otros. Otro de los nombres propios de la música clásica y el teclado, Daniel Barenboim, lo reclamó en el 2005 para participar en el proyecto Barenboim on Beethoven, una suerte de clase magistral desarrollada en el Symphony Center de Chicago en la que maestro y discípulo daban cuenta de la Sonata n.º 31 de Beethoven.
Perianes, de quien nadie diría que de pequeño iba para periodista deportivo, ha tocado en las más importantes salas de concierto bajo la dirección de grandes maestros como Zubin Mehta, Daniel Harding o su admirado López-Cobos. Yen el terreno de la música de cámara, es conocida su sintonía con el prestigioso Cuarteto Quiroga. De todos modos, él parece ir a la suya: no parecen interesarle las competiciones en el terreno del arte, las comparaciones, los podios...