El reverso de ‘Cenicienta’
A pesar de ser uno de los cuentos de hadas más frecuentado tanto por el cine como por la literatura, la Cenicienta de Kenneth Branagh no ha podido desprenderse de los imperativos comerciales marcados por Walt Disney. Siguiendo la senda del espectáculo con la que Branagh parece haberse alejado de su posición de demiurgo privilegiado en sus dos últimos filmes, Thor (2011) y Jack Ryan: Operación sombra (2014), su contribución al arquetipo planea sobre lo previsto, algo que, sin embargo, no debe dejar de verse como una provocación. Especialmente si tenemos en cuenta que la proyección de Cinderella viene precedida en todos los casos del corto Frozen fever, trabajo que enlaza con el gran éxito de Frozen (2013) entre el público infantil, la propuesta de Branagh adopta un cariz desafiante que, más allá de su estra- tegia de comercialización, interpela al espectador sobre la validez o la contemporaneidad de su legado literario y, por extensión, cinematográfico.
Según argumentó en su momento Bruno Bettelheim en Psicoanálisis de los cuentos de hadas, Cenicienta es esencialmente un relato sobre la rivalidad fraternal. Sin embargo, el cuento es también un alegato a la bondad así como una exaltación del poder del amor como refugio de la felicidad y, desde una perspectiva de género, una categorización de la feminidad según esos valores. Tras el triunfo de Frozen, en el que deliberadamente esos valores se invierten puesto que ya no es Anna, la protagonista, la que asciende socialmente gracias al amor sino justamente al revés, es ella la que ayuda a su enamorado a ascender, la Cenicienta de Branagh emerge como un tímido intento de empujar el clásico de 1950 hacia un nuevo paradigma. Sin embargo, la propuesta del cineasta británico no logra escapar del peso arrollador del sentido original y, a pesar de los intentos, es difícil encontrar alguna fisura o disgregación. Pero es, precisamente, en esa dualidad encarnada por la Anna de Frozen y la Cenicienta de Branagh que hallamos el torrente a través del cual se pueden tender puentes que nos hagan reflexionar sobre la validez de los arquetipos que se mantienen vivos en nuestro imaginario colectivo.