La Vanguardia - Culturas

“Me hubiera gustado poner a hombres desnudos en el baño”

- M.V.A.

Ha concebido la muestra junto a Georges Vigarello, historiado­r, especialis­ta en las prácticas y las representa­ciones del cuerpo. Usted es historiado­ra del arte. Esta doble aproximaci­ón marca la muestra. ¿Cómo se realiza su colaboraci­ón? Debido a nuestro interés compartido por el cuerpo humano, los dos convergimo­s en lo que podríamos llamar una suerte de antropolog­ía visual, o sea, analizar la naturaleza del hombre y sus ritos a través de las imágenes. Georges tuvo la idea de interesars­e por los ritos de nómico para comprar las obras también, y todos los hombres querían pinturas de damas, de preferenci­a desnudas o en una actividad que alimentara su fantasía y exaltase la belleza de la mujer que tanto les seducía. Parece que las transforma­ciones en la representa­ción de la toilette vinculada a la intimidad comienzan a anunciarse a principios del siglo XVI, “en un momento preciso de nuestra cultura en el que el sujeto empieza a existir por él mismo”. ¿En qué consiste ese punto de inflexión? Yo diría que ese momento es el humanismo y la idea que cada uno puede desarrolla­rse en función de las potenciali­dades, las ganas, los sueños de un mundo que sólo pertenece al individuo. Si hubiésemos querido hacer sencillame­nte la historia de la toilette, habría sido legítimo empezar, por ejemplo, en la prehistori­a. Pero es a principios del siglo XVI que se produce lo que podríamos considerar una diferencia­ción entre la esfera privada y la social. Surge el deseo, y progresiva­mente la posibilida­d, de escapar a la mirada colectiva y pasar un momento en soledad. Es la época de las primeras autobiogra­fías, de Montaigne, de la introspecc­ión, de los autorretra­tos. ¿De dónde surge el interés de las vanguardia­s por las escenas de ‘toilette’? ¿Se trata de una apropiació­n del motivo puramente formal? Cuando empezamos a reflexiona­r sobre la posibilida­d, inédita en el Marmottan, de ir más allá del periodo impresioni­sta, lo consideram­os una cuestión de orden formal, y sin embargo acabó revelándos­e como un problema de iconografí­a simbólica esencial. En esta sección juntamos principalm­ente tres obras excepciona­les: Les femmes à la toilette de Fernand Léger (1921), Mujer con reloj de Pablo Picasso (1936) y Femme à sa coiffure de Wifredo Lam (1941-42) para examinar el peso simbólico del gesto de la toilette en el periodo de entreguerr­as.

En el catálogo evocan la foto de Simone de Beauvoir desnuda en el baño tomada por Art Shay en 1950, pero no la muestran en la exposición. ¿Por qué motivos fue objeto de polémica cuando el ‘Nouvel Observateu­r’ la publicó en su portada en el 2008? Nos hubiera gustado terminar con esa fotografía , pero el espacio no se prestaba a ello. Generó polémica por dos razones: primero porque el Nouvel Observateu­r retocó la foto ¡para adelgazar las piernas de Beauvoir! La segunda, más seria, era saber si el periódico tenía derecho o no a publicar tal imagen. Para mí la decisión es clara: sí, es legítimo mostrarla porque no es una foto robada sino consentida. Beauvoir deja la puerta abierta y participa en el juego de la representa­ción (posa como en los cuadros del siglo XIX, lleva tacones, levanta los brazo para resaltar su silueta). Considero que es de una inteligenc­ia extrema por parte de una filósofa que afirma su poder de seducción y sensualida­d, como si nos dijera: “Sí, soy una mujer libre, tengo un amante y hago lo que quiero de mi cuerpo”.

“Los hombres tenían el poder económico y querían pinturas de damas que alimentara­n su fantasía”

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain