Voces búlgaras renovadas
El productor francés Hector Zazou (1948-2008) fue un músico viajero que creó grandes epopeyas en discos concepto que marcaron época, mezclando folk, pop, músicas del mundo, clásica y vanguardismos varios con ayuda de rutilantes colaboradores. Así fue en Sahara blue (1992), dedicado a Rimbaud, Chansons des mers froides (1994) o en su canto del cisne, el póstumo The arch (2011), editado por el pequeño sello búlgaro Elen Music. Su rescate internacional permite redescubrir el encaje de bolillos que hizo, mezclando las voces búlgaras de Eva Quartet con un elenco que integra a Laurie Anderson, la guitarra de Robert Fripp, la trompeta de Nils Peter Molvaer o el melancólico duduk de Djivan Gasparyan, juntando a 50 músicos de 14 países en un trabajo de tres años que lleva las voces búlgaras a una nueva dimensión. Al frente de Eva Quartet está Gergana Dimitrova, alias Belonoga, que militó en el coro de Le mystère des voix bulgares (1986), disco que convirtió un folk-étnico minoritario en fenómeno mundial. El trabajo de Belonoga con Zazou la impulsó a desarrollar su propia modernización de los cantos búlgaros, mezclando temas propios con arreglos a piezas tradicionales, en colaboración con Aleks Nushev, sustituto de Zazou como chamán electrónico. Belonoga ejerce de solista con la soltura de una diva, llevando sus lamentos a la categoría del bel canto, sin renunciar a una experimentación que convierte los largos temas en ambient oriental, arcaico y a la vez contemporáneo, lleno de matices y referentes. Así, enlaza el flamenco con la India, ritmos africanos con nubas andalusíes o transmite la misma magia que Lisa Gerrard en Dead Can Dance.