“Cobi enterró el cliché de ciudad de las bombas”
Jordi Amat (Barcelona, 1978) es filólogo, historiador y biógrafo. Entre sus obras, Las voces del diálogo (2007) y la biografía Ramon Trias Fargas (premio Gaziel, 2009). Publica ahora un libro ambicioso, que no elude la polémica y aporta interesante material inédito sobre las complejas relaciones entre cultura y política. Uno de los temas centrales es la relación entre la cultura y la política en el catalanismo, en la que la segunda a menudo utiliza a la primera. La cultura, por activa y por pasiva, participa de la legitimación de los sistemas políticos en el poder y, por tanto no son esferas de la vida social desconectadas las unas de las otras. En el caso catalán, además, se dan algunas particularidades. Desde su génesis y durante décadas el catalanismo fundamentó su singularidad en la cultura, pero el problema es que esa cultura se desarrollaba y se desarrolla en una sociedad que no tiene la dimensión y quizás tampoco la formación ni la ambición de conocimiento suficiente para garantizar la existencia autónoma de la cultura. Sí de algunas figuras, pero no de un sistema cultural integral. Por ello aquí los hombres ymujeres de cul- tura dependemos algo más de la política y, por culpa de esa dependencia, puede acabar por obturarse, más o menos, una de las funciones esenciales de la cultura: la crítica al poder dominante en la propia comunidad. No es una hipótesis mía. Gaziel ya la elaboró hace más de 80 años. En el libro hay determinadas figuras que expresan de manera clara las contradicciones y paradojas del catalanismo. Centrémonos en cuatro. La primera parte aborda las relaciones entre el catalanismo y el franquismo, del que Pla es paradigma. A diferencia de otras figuras centrales de la intelectualidad catalana contemporánea, que sí ligaron su trayectoria a la encarnación de los mejores valores de la tradición democrática (pienso en un Riba o un Rubió), el Pla personaje no es un caso ejemplar de dignidad civil, pero, en relación a la problemática pervivencia de la catalanidad durante el franquismo, mucha de su mejor prosa de postguerra constituyó una aportación igual o aún más determinante que toda la arriesgada labor desarrollada simultáneamente por el resistencialismo cultural. La relación Pla/Vicens Vivesmeparece, en este senti-