Beatitud y hedonismo
En 1961 Allen Ginsberg viajó hasta la mítica India junto con otros poetas para emprender un viaje iniciático hacia la búsqueda espiritual
Este libro, tan fascinante y bello como revelador, apareció en inglés en el 2008. Su autora, la norteamericana Deborah Baker, ya conocida antes por una celebrada biografía de la poeta Laura Riding, está casada con el gran novelista indio Amitav Ghosh, con quien vive entre Brooklyn yGoa, en la India, país que aquí demuestra conocer muy bien. El título de su libro proviene de una conocida experiencia religiosa del poeta Allen Ginsberg, quien vio, todavía muy joven, desde una ventana de Harlem, el cielo convertido en una gran mano azul. Esto sucedía en 1948, tras la lectura de la poesía espiritual William Blake. Desde entonces, el autor de Aullido, sintió una constante e imperiosa necesidad de aproximarse a lo transcendente, lo que hizo estudiando y asimilando distintas religiones y filosofías orientales, drogándose con determinación, y entendiendo la poesía como una forma de vida inevitable, asuntos que caracterizarán también a los autores amigos con los que constituyó la legendaria generación beat. Todos ansiaron ser, en palabras de Henry D. Thoreau, un autor fundacional para ellos, tal y como Blake, “libres como los pájaros del cielo”, recha- zando nacionalismos y fronteras.
En 1961, Ginsberg y Peter Orlovsky, su pareja, viajaron en barco a la India, en busca de conocimiento, haciendo ya lo que a finales de esa década harían muchos jóvenes occidentales, algunos de los cuales como la bellísima y misteriosa Hope Savage, también precursora, y cuyo nombre, esperanza salvaje, parece inventado por lo adecuado que resulta, se perdieron en el intento. Baker, que ha hecho un enorme trabajo de investigación, manejando numerosos documen- tos inéditos, no cuenta esa historia de forma lineal, sino que avanza y retrocede en el tiempo y en el espacio, como en una novela, yendo de San Francisco a París, de Tánger a Kioto, o de México a Katmandú. Se extiende, además, con más que notable percepción, en las relaciones entre Ginsberg y sus compañeros de generación: Jack Kerouac, William Burroughs, Neal Cassidy, Gregory Corso, Paul Bowles y Gary Snyder, además de con personajes menos conocidos en nuestro país tales y como Joanne Kyger, Stanley Gould, Mason Hoffenberg, o como los indios Ashoke Sarkar, Nagendra Nath y Buddhadev Bose. Aprendemos así toda suerte de anécdotas de todos estos personajes, yendo de enfermedades y problemas con la justicia, a sueños, aspiraciones, amores y actividades literarias y políticas.
India fue sin duda importantísima en la formación e imaginario de los beats, y a través de ellos de muchos norteamericanos posteriores. En el libro de Deborah Baker vamos con aquellos jóvenes visionarios a los ashrams en las laderas del Himalaya, a los fumaderos de opio de Delhi, o a las piras funerarias de Benarés, viajando en trenes de tercera clase y mezclándose con los indios, y entendemos con un mismo entusiasmo, su inmediata y duradera fascinación por un país que sigue conservando una espectacular belleza. La iluminación, sin embargo, resultó ser
Aquellos jóvenes visitaban los ashrams del Himalaya, los fumaderos de opio y las piras de Benarés
más difícil de alcanzar que el éxtasis artificial producido rápidamente por las drogas, aunque el viaje les permitiera a Ginsberg y a Orlovsky, descubrir una forma seductora de la libertad. Al mismo tiempo aprendieron técnicas de disociación de la consciencia, conocidas de forma inmemorial en aquella sociedad, y que les abrieron los ojos a otras formas de ver el mundo. Fueron realmente serios en sus aspiraciones religiosas y espirituales, bastando tal vez mencionar que Gary Snyder llegó a ser un gran maestro zen en el Japón, o que Kerouac escribió una muy notable biografía de Buda. Otros, como Hope Savage, tal y como adelantábamos, se perdieron sin dejar rastro. Irónicamente, tal vez, los jóvenes indios inquietos de aquellos años buscaron por el contrario respuestas en Occidente.