Las claves
1. Martin Amis ha confesado su tormentosa salud bucodental y su complejode tapón. También ha admitido que solía trasegar demasiados Calvados y que su ínclito padre era un ogro. Sin embargo, durante muchos años ha ocultado su verdadera adicción.
El índice onomástico de Experiencia, su libro de memorias publicado por Anagrama en el 2000, es de lo más elocuente: Saul Bellow (52 menciones), Mallorca (13), Adolf Hitler (3) o El Castillo del Condón (3). De hecho, en la página 42 aparece su progenitor, el genio de la narrativa cómica Kingsley Amis, gritándole “Córtate el pelo” a Linda Hamilton en Terminator y afirmando que esa serie fantacientífica era “una impecable obra maestra”. Pero Martin no admite su relación con otros artefactos de la cultura popular: los videojuegos. Ni una línea dedicada, por ejemplo, a Pac-Man, del que dijo en su día: “Esos fantasmas tan monos con sus lindos apodos”. Porque, aunque quiera olvidarlo, Amis escribió en 1982 La invasión de los marcianitos, un chisporroteante ensayo sobre los juegos Arcade como invasión inevitable y como adicción severa. “Quien haya deambulado por el laberinto de las drogas o el alcohol ya conoce el monólogo interior: creo que lo tengo bajo control”, reconocía en sus páginas.
La otra biografía sobre Amis, publicada por Richard Bradford en 2011, tampoco contiene ni una referencia a este libro. Sam Leith subrayaba en su reseña para The Spectator que eso, precisamente, era lo único que le interesaba, “porque cualquier cosa que un escritor repudie es interesante, particularmente si es una cosa frívola, y particularmente si, como Amis, te tomas seriamente la seriedad”. 2. Descatalogado durante décadas, Amis tiró por el agujero de la memoria este libro ahora rescatado en una primorosa edición negra y verde centelleante por Malpaso. La invasión de los marcianitos es un ensayo ameno y lúcido escrito por un nerd tardío (tenía 30 años cuando se enganchó). Amis recorrió durante meses el globo aniquilando alienígenas en pantallas de EL AUTOR Una de las grandes figuras de la literatura británica actual, miembro de un dream team que incluye también a Julian Barnes, Ian Mc Ewan y Kazuo Ishiguro. LA OBRA Recuerdos de una pasión inconfensable. “tabernas, puestos de kebab, aeropuertos texanos, vestíbulos de hoteles bengalíes, bazares eróticos escandinavos, clubes nocturnos parisinos y otros recintos terrícolas”. Inventando milongas ante su familia para gastar toda la calderi-