Galaxia en familia
Interesante constatar cómo el ciclo abierto en 1977 por la película La guerra de las galaxias, que comenzó en clave de aventuras futuristas, se ha ido transformando en otras cosas. El talento omnívoro de George Lucas supo enriquecerlo en múltiples direcciones, según nos recuerda el estudio de Francisco Torres Enseñarte podría. Viaje al fondo de Star Wars (Actas Editorial). Al formato de suntuosa “ópera espacial” heredado de los cómics de Flash Gordon debidos al gran Alex Raymond, el cineasta le dio profundidad incorporando las ideas de Joseph Campbell. Este mitólogo amigo de John Steinbeck y admirado por Jackie Kennedy había desarrollado en su ensayo de 1947 El héroe de las mil caras una teoría que ha resultado tremendamente influyente sobre la estructura de la narración tradicional, vista como el viaje de un héroe que ha de superar ciertas pruebas antes de volver a casa. La sombra de Campbell, que se reunió en varias ocasiones con Lucas, planea decisivamente sobre la serie galáctica. Pero tras ver El despertar de la fuerza un nuevo factor asoma. En manos de J.J. Abrams, La guerra de las galaxias ha dejado de ser ante todo esa “historia completa de Anakin” que Francisco Torres apunta en su libro. Su margen se amplía y la serie ideada por Lucas pasa a alinearse con el otro macromonumento fílmico de su generación, la trilogía de Francis Ford Coppola El padrino. Porque lo que percibimos ahora que muestra Star wars, y previsiblemente acabará de plasmar en las dos entregas restantes, es el retrato de tres generaciones del linaje Skywalker, con sus conflictos trágicos, sus secretos, sus talismanes, su lucha por el poder. Al igual que los Corleone sintetizaron en negativo el siglo XX americano, el futuro (o lejano pasado) de la humanidad se nos muestra aquí, y tal vez no podía ser de otro modo, mediante un intrincado relato familiar.