Dime qué nombre llevas...
Ramon Solsona reúne un diccionario anecdótico de etimologías de marcas, nombres de productos, juegos de palabras comerciales, eslogans y jingles que forman parte de la memoria popular
Ramon Solsona
Marques que marquen
PÒRTIC. 286 PÁGINAS. 17 EUROS.
Ramon Solsona (Barcelona, 1950) es uno de los autores catalanes que más se preocupa de que sus personajes hablen cada uno a su manera, con una identidad propia característica, le gusta la lengua y le gusta jugar. Una consecuencia de este juego lingüístico son los artículos que en verano ha publicado en La
Vanguardia sobre los nombres de productos y marcas comerciales, en los que ha dispensado curiosidad, comunicación empática y saber enciclopédico, por el gran volumen de historias y marcas, que no por demasiado erudito y detallado: Solsona busca siempre la explicación amable y bondadosa.
Marques que marquen es un libro, como todos los suyos, que piensa en la gente, en la manera como la gente (los empresarios son gente) se adueña del lenguaje, lo transforma, lo manipula e incorpora sus descubrimientos y los de los otros a la vida cotidiana. El libro reivindica un mundo próximo de inventos simples, de ideas que triunfan a partir de intuiciones individuales. Estamos muy lejos de la época y del espíritu de los gabinetes de marketing y de los brainstormings extenuantes y, a veces estériles. Aquí predomina la naturalidad y el ingenio, por bien que Solsona, con voluntad de conectar con la actualidad explica también el origen de muchas marcas de ahora, marcas de despacho (hay marcas de despacho, como antiguamente había nens de pis), sin la vibración de otras más populares, que son las que más le gustan.
Es un volumen erizado de anécdotas, de informaciones curiosas, de gente que se deja llevar o no se deja llevar y da la vuelta a los eslóganes, inventa aquello de “Siempre estamos apretando tornillos” para la SEAT o “Rogamos empujen nuestros ferrocarriles estropeados” para la RENFE, y más allá de lo políticamente correcto: “Queremos Coca-Cola que engorda la titola” o “...que tiene el culo blanco se lo lava con Elena y le sale una melena”. Si tengo que escoger una historia me quedo con la del nombre de las motos Ossa. Antes de fabricar motocicletas se dedicaban a la exhibición cinematográfica y por esta razón utilizaron el acrónimo Orpheon-Sincronic Sociedad Anónima. Lingüística sobre ruedas. |