Derechos de autor
La penúltima batalla por un tema de derechos de autor atañe a Ana Frank. El Diario que la joven escribió en su escondite de Amsterdam constituye uno de los textos más famosos, y conmovedores, y todavía hoy más leídos, del siglo XX. En el 2015 se cumplieron setenta años de su muerte en el campo de concentración de Bergen-Belsen con lo que, según la legislación europea, los derechos de su obra pasaban a dominio público. Hace unas semanas dos estudiosos franceses han publicado el diario on line y la Fundación Ana Frank, titular hasta ahora de esos derechos, se les ha echado encima. Su argumento es que el padre de Ana, Otto, fallecido en 1980, y la escritora Mirjam Pressler, aún viva, que intervinieron en sucesivas adaptaciones del documento, son coautores y por tanto cualquier nueva edición aún debe cotizar a la Fundación.
La argumentación parece algo cogida por los pelos (a Otto precisamente se le reprochó en su día que censurara pasajes que consideró inapropiados), pero según
The Guardian todo apunta a que dará pie a una larga batalla legal.
El derecho de autor o copyright (dos conceptos parecidos aunque no idénticos) fue establecido por primera vez en Gran Bretaña, mediante el Estatuto de la Reina Ana de 1710, que reconocía al autor como titular de derechos de su obra y fijaba un plazo de protección de 14 años, susceptible de renovación. Hoy figura como uno de los derechos del hombre salvaguardados por la Unesco.
En España siempre cabe esperar una nota original. Estos días ha saltado la polémica tras publicitarse que, desde hace tres años, los escritores jubilados de sus empleos cuyos derechos de autor superen los 9.000 euros al año tendrán que elegir entre cobrarlos o mantener su pensión. El Estado les penaliza. Magnífica forma de defender la propiedad intelectual y estimular la creación literaria.