Historia de una chica desdichada
Novela Con gran habilidad artesanal, Lavagnino urde un tupido retrato familiar adentrándose en las calles de la Roma de los años treinta y cuarenta
Resulta tentador y fácil emparentara Al es sandra Lavag ni no, nacida en Nápoles en 1927, con, por ejemplo, otra ilustre napolitana ahora mismo venturosamente de moda, E lena F errante, o bien, siguiendo rastros evidente s con la romana Ana Maria Ortese ( El mar no baña Nápoles, Silencio en Milán), o tal vez, sin hurgar excesivamente, podríamos llegar hasta Elsa Moran te yNat ali aGinzburg. Pero sucede que Lavagnino tiene algo que la exclusiv iza. Ha enseñado Para si to logía en la Universidad de Pal ermoy es especialista en insectos transmisores de enfermedades. Una especialidad que pone a brincar mi imaginario literario. Y por añadidura Lavagnino ha escrito ficción ( La bibliotecarie di Al es sand ria, Una familia di antiquari) y en ella una novela, reeditada por el exquisito Sellerio en el 2005, que acabo de leer con el ánimo asombrado.
Nuestras calles ( Via dei Serpentí) trata de la historia de una chica, huérfana de padre, que vive entre los años treinta y cincuenta. Su madre, una de las primeras mujeres abogadas de Roma, miembro de la resistencia y captura da por la Gestapo, tiene el bufete instalado en su propia casa que habitan madre e hija sin apenas comunicarse. La madre se sitúa en un mundo abierto al exterior, plaga do de incentivos para una mujer que se zampa una novela policiaca cada noche y la desecha al día siguiente, cuando regresa ala vida ya sus numerosos estímulos, ysuhi ja, Marzia, que respira el silencio nocivo del mundo que la oprime, más cómoda en el laboratorio de Química o en sus pase os solitarios sola por las calles romanas que en compañía de alguna otra criatura humana. Yes que Marzia tiene un grave problema vital: le cuesta hablar, articularlas palabras, expresar con claridad lo que intenta decir a los demás, sobreponerse a la angustia de no conseguir hacerlo con fluidez. Marzia tartamudea; ante sus ojos suplicantes y huidizos el mundo se pone patas arriba y ella, impotente ante el caos que estalla, se siente enajenada, con lamente ene bulliciónporl aspalabras que intentan constituirse en sonidos y no se materializan, y la soledad rampante que social mente la para liza y amenaza aniquilar la.
Tirando del hilo de la historia de esa chica desdichada, Lavagnino e labora con gran habilidad artesanal, encajando pieza a pieza, el tu pido retrato psicológico de un personaje al que dota de una potente fuerza dramática. Marzia se transforma así no ya en protagonista absoluta de la narración y, ami parecer, consigue de una manera impresionante hacer perceptibles los ruidosos silencios que ensordecen a Marzia en los subterráneos de su soledad, y reivindicarla escritura como válvula de escape primordial yv ali osísim apara establecer una relación positiva con los otros .¿ Sería tal vez inapropiado, fruto de un error de apreciación, decir que Lavag ni no imprime unto quede humor bárbaro ala historia de Marzia y que este, junto a la melancolía y un punto de in sensibilidad, hace de la novela en apariencia sencilla una obra potente gracias a una prosa de alta intensidad?
Se dice en el texto de la solapa que Leonardo Sciascia –¿por qué el autor siciliano está hoy olvidado?– admiraba la creatividad narrativa de Lavagnino. No me produce extrañeza. Lo que transmiten las palabras construidas en Nuestras calles es una luz humana, pura esperanza, que, riendo, barre la oscuridad. Sin caer en estupideces.