Estelas meteóricas
Desde la aparición de El Andén, aquella editorial que apareció de manera rutilante al calor de la burbuja de ladrillo gastando dineros a puñados, no había habido una entrada en el sector editorial tan meteórica como la de Stella Maris. En año y medio ha fichado a Zoé Valdes, Ariel Dorfman, José Carlos Somoza, José Ángel Mañas, José Calvo Poyato, Iván de la Nuez… hasta a David Duchovny. Han pasado de los 18 títulos de 2014 a los 88 en 2016. Eduard Gonzalo es el director literario y hace unos meses ficharon a María Borrás para los libros de no ficción. Se trasladaron del pisito de Doctor Ferran a un local más grande en pleno centro de Barcelona. Un equipo de once personas.
Cuando hace un año organizaron la rueda de prensa de su I premio de Biografía, asistieron dos periodistas. En la presentación de su II premio en el hotel de cinco estrellas Casa Fuster hay más de 200 invitados: periodistas llegados expresamente de Madrid, escritores como Lucía Etxebarría, Rosa Montero o Marcos Giralt Torrente, un centenar de libreros de toda España y grandes agentes con la antenas desplegadas…
El premio es para Emilio Calderón por una biografía sobre nuestro premio Nobel Vicente Aleixandre, con jurado de postín: Ignacio Martínez de Pisón, José Carlos Somoza, Luis Racionero y Carles Geli. Un evento por todo lo alto.
Y la persona que ha armado todo esto no está. Alguien me contó por teléfono cinco días antes del fallo del premio que el fundador de Stella Maris había fallecido repentinamente. No hubo nota de la editorial ni comunicado alguno. Se llamaba Pepe Ríos, o eso creo. Porque era una persona enigmática, muy afable en el trato personal, pero que raramente asistía a actos públicos, que no aparecía en ninguna parte. De hecho, es difícil seguir su huella en internet. No hay. Algunos hilos de los que he estirado me han llevado a la Asociación Cultural Círculos de Santo Tomás, vinculado a Regnum Christi, Legionarios de Cristo, Opus Dei o Comunión y Liberación. También a la revista en línea El Pensador, en la que tenía mando en plaza, y el blog Dignitas, de contenido católico del ala dura.
Cuando estuve tomando café con él, viendo los explosivos libros contra el aborto y sobre fe versus religión en la web de la editorial, le pregunté cómo que uno de sus primeros fichajes era Luis Antonio de Villena, que encima de ateo es gay. Se rió. Me dijo que él era católico pero tolerante, que quería hacer una editorial muy abierta. Lo logró: el premio a Calderón es una biografía de Aleixandre donde se hace hincapié en su bisexualidad y el autor no se ha cortado a la hora de hablar de sus cartas de amor con Carlos Bousoño. Poca gracia va a hacerle a la sobrina de Aleixandre y menos aún a la viuda de Bousoño. Tampoco hace gracia que la familia Bousoño quiera embolsarse la desorbitante cifra de cinco millones de euros por la venta del archivo con los papeles (y correspondencia) de Aleixandre. Pasamos de la rueda de prensa a la opípara comida. Un clásico.
Eduard Gonzalo me dice que no se suspendió la entrega del premio y la editorial sigue con todo “porque es lo que Pepe habría querido”. Me llama la atención que apenas se haga mención de la desaparición del creador de la editorial. El director general, Eduardo Notario, tras anunciar que el premio de biografía va a duplicar su dotación para el año próximo hasta los 25.000 euros, dedica el acto a “un amigo, compañero y maestro que nos dejó la semana pasada”. Ni siquiera se llega a decir en público su nombre. Editor más misterioso no he conocido. Descanse en paz.