La Vanguardia - Culturas

¡Qué bruto eres, Tyson!

MemoriasUn relato alucinante de la vida del campeón del mundo de los pesos pesados más joven de la historia: boxeo, drogas, sexo y dinero

- JULIÀGUILL­AMON

El éxito de Open, las memorias del tenis ta AndréA gas si, ha tenido dos secuelas: El bar de las grandes espe

ranzas, la historia de J.R. Moehringer (Agassi leyó este libro y aceptó que fuera Moehringer quien escribiera el suyo) y la traducción de las memorias de Mike Tyson, Toda la

verdad, que si bien no tiene la dignidad literaria, como de novela rusa, de Open, tiene un comienzo que atrapa yes un testimonio alucinante del mundo que rodea las grandes fortunas conseguida­s a base de guantazos.

El principio: Tyson es un chaval desencajad­o, en un barrio marginal, sin padre, con una madre que no se ocupa de él. Encuentra al entrenador de boxeadores Cusd’ A mato, un hombre ya mayor, que vela oportunida­d devolver a tener un campeón del mundo. Es una historia clásica del boxeo. El periodista Larry Sloman la cuenta muy bien contada, a partir del testimonio d eT yson,l leno de detalles jugosos. Cusd’ A mato saca a Tyson de la calle, le impone una disciplina, lo manda al colegio e incluso le hace leer (¡caramba!): El

zen en el arte del tiro con arco (que Norman Mailer regaló a D’Amato), la biografía de Alejandro Magno y Nietzsche. Más tarde, cuando se dedicaba a ligar desarrolló una táctica de flirteo, con un rollo entre presidiari­o yp se u do intelectua­l que, según explica él mismo, dejaba KOa las pavas. También en aquella época se acostumbró alas visualizac­iones. Se encerraba en casa y se tragaba decenas de antiguos combates de boxeo. Después se veía a sí mismo como uno de aquellos boxeador es que siempre ganaban.

El testimonio alucinante: con veinte años recién cumplidos es campeón del mundo y conoce atodala gente de la farándula( pero cae rendido ante Bruno Sammartino, un luchador de catch que le impresiona más que David Bowie, Drew Barrymore o Raúl Juliá, con quien coincide en los restaurant­es de Nueva York). Tyson se sabe el centro del mundo. Se compra decenas de coches y motos( cuando se arruinó, vendió sesenta y dos ), se instala un jacuzzi en una de las limusinas y se llena la casa de objetos de Versace (incluso el soporte del papel higiénico). Filma anuncios contra las drogas y financia el negocio del crack en el barrio donde vivió de pequeño. Cusd’ A mato murió en 1985. Tyson ganó su primer campeonato y entró en una espiral de sexo, alco-

hol y drogas, que tras unos años de éxito y dinero fácil desembocó en la derrota contra Buster Douglas en Tokio, en 1990 (llegó fondón y desentrena­do). Más tarde, lo acusaron de violación de una chica de un concurso de belleza( siempre lo ha negado) y pasó ocho meses enchirona. Cuando volvió a boxear, vino el incidente con Hollyfield. Tras dos combates muy sucios, cansado de los cabezazos de Hollyfield, Tyson le mordió una oreja, después la otra. Después del segundo mordisco es- cupió ala lona el pedazo de cartílago que le había arrancado, en uno de los episodios más cafres de la historia del boxeo.

El libro tiene muchos momentos subrayable­s y uno de los que prefiero es cuando regresa al hotel después de la paliza de Bus ter Douglas. En los días previo sal combate se encontraba en la habitación con camareras que se presentaba­n a follar. Entra, esta vez no hay nadie, y se da cuenta de que ya no es el campeón.

Tyson creó la imagen de un tipo más malo que la tiña, con los dientes de oro como los viejos boxeadores que se los ponían para celebrar sus éxitos, con una estética que trascendió del cuadriláte­ro al rap y el hip-hop.Pasód ese r un delincuent­e que a los diez años empuñaba un rifle a ser un chico espartano que sólo vivía para el gimnasio, a consumir los días en un desorden anímico total. Fue carne de los primeros reali

ty shows. Y protagoniz­ó su propia parodia con un papel en Re sacó nen

LasVegas (2009). Tiene tan claro que es el centro del mundo, que todas las culpas se las carga él mismo( con alguna re fe- rencia, de paso, al doctor Freud). Noes la típica biografía en la cual el protagonis­ta va ventilando responsabi­lidades( ni siquiera le arrea demasiado aD onKing, el estrafalar­io má na gerqu eles acótodol oque pudo ). Pese a todas las desgracias no puede decirse que el caso de Tyson sea de los más desgraciad­os. Peor acabóUrtai­n.

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NEIL LEIFER / GETTY En 1986, con tan solo 20 años, Mike Tyson se adjudicó el título mundial de los pesos pesados de la WBC ante Trevor Berbick

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