Los tesoros de Budapest, de viaje
Los siglos XVIII y XIX fueron testigo de la formación de los grandes museos nacionales europeos; con este espíritu nació en 1906 el Szépmu VészetMuzeum de la capital húngara. Algunas de sus obras maestras se pueden ver ahora en Milán; en marzo se exhibirá
Decía Malraux que los museos son uno de los lugares del mundo en que se transmite una de las visiones más elevadasdelhombre.Sienalgúnmomento esta sentencia encontró su máximaexpresiónfuedurantelagestación de los grandes museos nacionaleseuropeos,eneltranscursodela fundación de los estados nación de la viejaEuropa.Siguiendoelmodelorevolucionario francés del Museo del Louvre, las ciudades de San Petersburgo (Hermitage, 1764), Munich (Alte Pinakothek, 1819), Berlín (Staatliche, 1830) o Viena (Kunsthistorisches, 1891) nacionalizaron las coleccionesrealesyprincipescascon lafinalidaddeponeradisposicióndel pueblolosgrandespuntalesdelahistoriadelarteuniversal.Conesteespíritu se fundó en Budapest el Museu deBellasArtes,conocidocomoSzépmu Vészet Muzeum. Inaugurado en 1906,yconunfondoartísticoconmás de 100.000 piezas, la pinacoteca fue adquirida en 1867 por el Estado húngaroalafamiliaEsterhazy,unadelas estirpes más renombradas del país, protagonistas de una historia cautivadora narrada con magisterio por el último heredero del linaje, el escritor Peter Esterhazy ( Armonía celestial, GalaxiaGutenberg,2003).
Surgido en el marco de la recuperación de la milenaria nación húngara, el fondo de arte del Szepemu reconstruye el deseo nacional-estatalista de definir, a través del arte, una identidadculturalautónomaquepusiera en diálogo el arte húngaro con obras clave de la pintura europea. Es por eso que todas las obras seleccionadas,másalládelacalidadpictórica, estáncargadasdeundensosignificado estilístico y cultural. Prueba es el retablo de Rafael que abre la exposición, conocido popularmente con el nombre de Madonna Esterhazy, una delasprimerasobrasfirmadasdelartistaquedefinenelestiloradiante,nítidoyapolíneoquecaracterizónosólo el trazo del pintor de Urbino sino también el de toda una época, fun-
dacionaldelamiradamoderna.Lo rodean una cuidada selección de obras maestras del primer manierismoitaliano,enunsigloenqueelcentro de la pintura europea se desplazó de Florencia al norte de Italia, en torno a la Serenissima. Se hace pedagogía de la irrupción de la retratística psicológica de Tiziano con una de las obrascentralesdelacolección( Ritratto del dogo Marcantonio Trevisan, 1553), al lado de las innovadoras experimentaciones efectistas con el color, la figuración y la perspectiva de Tintoretto( CenadeEmaús, 1542)yel Greco ( Magdalena penitente, 1576). La exposición también pone énfasis enlarevoluciónpictóricaquedurante el Renacimiento tuvo lugar al otro lado de los Alpes, de la mano de Alberto Durero o Lucas Cranach, mostrando la nueva mirada iconográfica que se difundió al norte de Europa despuésdelaContrarreforma.
El nudo de la exposición está protagonizadoporlaeclosióndelnaturalismo pictórico en el sur y norte de Europa, de la mano de la pintura española –Velázquez– y holandesa –FranzHals,Rembrandt–.Unámbito que enlaza con el vitalismo trágico de la pintura de Goya, la cual se presentacondosdesuspiezasmásdecisivasdelperiododeretratosocialdurante la guerra del Francés ( El afila
dor yLaaguadora,1808-12).Cierrala muestra una suite de obras clave del nacimientodelapinturamoderna,de Manet( RetratodeJeanneDuval), Cézanne, Van Gogh, Gauguin, Schiele o Kokoschka,estosúltimosinsignesrepresentantes de la saga de pintores expresionistas que dieron relieve a la figuraepocaldeGustaveKlimt. DeRafaelaSchiele.ObrasmaestrasdelMuseode BellasArtesdeBudapest