La Vanguardia - Culturas

El primer editor literario

- MAURICIO BACH Javier Azpeitia El impresor de Venecia TUS QUE T S .346 PÁGINAS .19 EUROS

Azpeitia pone especial empeño en retratar a Manuzio como un ser humano y no como un mito en un pedestal Manuzio inventó el libro de bolsillo con sus ediciones en octavo, que se convirtier­on en símbolo de estatus En la novela aparecen también Erasmo y la ciudad de Venecia como sugestivo telón de fondo

Hace un mes y pico, con mi mujer y mi hija, hicimos un viaje por el Véneto en busca de los edificios de Andrea Palladio. Iniciamos el recorrido en Vicenza y lo acabamos en Venecia, donde por sorpresa nos encontramo­s con una exposición sobre el impreso r Al do Man uzio en la Academia. Fue un colofón perfecto, porque aunque Palladio nació sesenta años después de Manuzio, los dos comparten los ideales humanistas y miran al pasado clásico para proyectar lo en el presente, y de las obras de ambos emana la esencia del o que llamamos civilizaci­ón. Uno y otro son paradigmas de una cultura europea que lucha contra la barbarie y la ignorancia, de un gusto estético que pretende elevar el espíritu y contribuir ala felicidad y la sabiduría. Es algo que se percibe en la comunión con el paisaje de la Villa Rotonda del arquitecto y también en la elegancia del enigmático Hypneroto

machia Poliphili compuesto por el impresor y considerad­o durante siglos el libro más bello del mundo. Además de ideales, Palladio y Manuzio compartier­on geografía: el Véneto acoge los edificios del pri- mero yen Venecia desarrolló su carrera el segundo.

Manuzio puede ser considerad­o el primer editor literario de la historia, porque fue el primer impreso r que se empeñó en construir un catálogo según un criterio de exigencia y no cumpliendo simples en cargos deme cenas. Su rigor–se rodeó de eruditos griegos paras use dicionesbi­lingü es de grandes obras de la antigüedad– iba acompañado de un minucioso trabajo estético. Inventó los libros de bolsillo con sus ediciones en octavo, que se convirtier­on en símbolo de estatus y con los que posaban orgullosos los personajes relevante s de la época, tal comoatesti­guan los retratos de Tiziano, Parma el Viejo, Lotto y Parmigiani­no incluidos en la exposición.

Sobre este personaje sabe mucho Javier Azpeitia, que ha sido editor, el año pasado comisa rió una muestra sobre Manuzio en la Biblioteca Nacional de Madrid y ahora ha decidido dedicar le una novela. El gran reto de relatar una aventura esencialme­nte intelectua­les que puede resultar poco épica o trepidante. El autor sortea este peligro mediante una habilidosa argucia narrativa: la trama arranca después del fallecimie­nto del impresor, cuando uno de sus hijos, que apenas ha conocido a su progenitor, visita a su madre, retirada en una villa, y le expone su intención de escribir la biografía del padre al que idolatra. La viuda querrá entonces confesarle un secreto: el de la obra que Al do jamás llegó a editar, un libro sobre el amor de E pi curo cuyo destino se cuenta al final de la novela y que no revelaré para no incurrir en unspoiler, per oque está directamen­te conectado con la amarga derrota del ideal humanista de Manuzio: “El sueño que le hizo venir a Venecia no es más que eso: un sueño sin demasiada conexión con la realidad. La ruta del libro, dice, no lleva a ningún lugar nuevo. La ruta del libro lleva al mismo lugar al que llevaban la ruta de las especias y de la seda: al mercado de Venecia”. Yes que el sueño del espíritu y el negocio son los dos polos no siempre fáciles de conciliar de la edición.

La novela re crea el periplo de Aldo desde su llegada a Venecia y su colaboraci­ón con el codicioso Andrea Torresani, propietari­o mayo- ritariod el aimp renta y con el tiempo su suegro. Azpeitia pone especial empeño en re tratara Manuzio como un ser humano y no como un mito en un pedestal, para lo cual tira de detalles cotidianos y de cierta ironía. Como cuando Pico della Mirando la aparece, huyendo de sus enemigos florentino­s, disfrazado de mujer. No es el único personaje histórico que asoma en estas páginas, también encontramo­s a Eras- mo, que pasó una larga temporada en Venecia con el protagonis­ta, preparando la edición de sus Ada

gia.Laciu dad, entonces con una situación política convulsa, es un sugestivo telón de fondo perfilado con pinceladas: los cambistas, los fabricante­s de papel, las prostituta­s, la Iglesia…

Esta apreciable novela es ante todo un homenaje a quienes viven por y para los libros, tal como queda claro en su arranque :“Entre la diversidad de tipos que con forman la especie humana, uno de los más peculiares es el de quienes renuncia n a vivir el mundo para leerlo ”.

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EXPOSICIÓN GALLERIE DELL'ACCADEMIA BIBLIOTECA AMBROSIANA / GETTY Arriba, Francesco Colona: ‘Hypnerotom­achia Poliphili, impreso enl 1499 por Aldo Manuzio Retrato de Aldo Manuzio a cargo de un pintor italiano anónimo del siglo XVII

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