El primer editor literario
Azpeitia pone especial empeño en retratar a Manuzio como un ser humano y no como un mito en un pedestal Manuzio inventó el libro de bolsillo con sus ediciones en octavo, que se convirtieron en símbolo de estatus En la novela aparecen también Erasmo y la ciudad de Venecia como sugestivo telón de fondo
Hace un mes y pico, con mi mujer y mi hija, hicimos un viaje por el Véneto en busca de los edificios de Andrea Palladio. Iniciamos el recorrido en Vicenza y lo acabamos en Venecia, donde por sorpresa nos encontramos con una exposición sobre el impreso r Al do Man uzio en la Academia. Fue un colofón perfecto, porque aunque Palladio nació sesenta años después de Manuzio, los dos comparten los ideales humanistas y miran al pasado clásico para proyectar lo en el presente, y de las obras de ambos emana la esencia del o que llamamos civilización. Uno y otro son paradigmas de una cultura europea que lucha contra la barbarie y la ignorancia, de un gusto estético que pretende elevar el espíritu y contribuir ala felicidad y la sabiduría. Es algo que se percibe en la comunión con el paisaje de la Villa Rotonda del arquitecto y también en la elegancia del enigmático Hypneroto
machia Poliphili compuesto por el impresor y considerado durante siglos el libro más bello del mundo. Además de ideales, Palladio y Manuzio compartieron geografía: el Véneto acoge los edificios del pri- mero yen Venecia desarrolló su carrera el segundo.
Manuzio puede ser considerado el primer editor literario de la historia, porque fue el primer impreso r que se empeñó en construir un catálogo según un criterio de exigencia y no cumpliendo simples en cargos deme cenas. Su rigor–se rodeó de eruditos griegos paras use dicionesbilingü es de grandes obras de la antigüedad– iba acompañado de un minucioso trabajo estético. Inventó los libros de bolsillo con sus ediciones en octavo, que se convirtieron en símbolo de estatus y con los que posaban orgullosos los personajes relevante s de la época, tal comoatestiguan los retratos de Tiziano, Parma el Viejo, Lotto y Parmigianino incluidos en la exposición.
Sobre este personaje sabe mucho Javier Azpeitia, que ha sido editor, el año pasado comisa rió una muestra sobre Manuzio en la Biblioteca Nacional de Madrid y ahora ha decidido dedicar le una novela. El gran reto de relatar una aventura esencialmente intelectuales que puede resultar poco épica o trepidante. El autor sortea este peligro mediante una habilidosa argucia narrativa: la trama arranca después del fallecimiento del impresor, cuando uno de sus hijos, que apenas ha conocido a su progenitor, visita a su madre, retirada en una villa, y le expone su intención de escribir la biografía del padre al que idolatra. La viuda querrá entonces confesarle un secreto: el de la obra que Al do jamás llegó a editar, un libro sobre el amor de E pi curo cuyo destino se cuenta al final de la novela y que no revelaré para no incurrir en unspoiler, per oque está directamente conectado con la amarga derrota del ideal humanista de Manuzio: “El sueño que le hizo venir a Venecia no es más que eso: un sueño sin demasiada conexión con la realidad. La ruta del libro, dice, no lleva a ningún lugar nuevo. La ruta del libro lleva al mismo lugar al que llevaban la ruta de las especias y de la seda: al mercado de Venecia”. Yes que el sueño del espíritu y el negocio son los dos polos no siempre fáciles de conciliar de la edición.
La novela re crea el periplo de Aldo desde su llegada a Venecia y su colaboración con el codicioso Andrea Torresani, propietario mayo- ritariod el aimp renta y con el tiempo su suegro. Azpeitia pone especial empeño en re tratara Manuzio como un ser humano y no como un mito en un pedestal, para lo cual tira de detalles cotidianos y de cierta ironía. Como cuando Pico della Mirando la aparece, huyendo de sus enemigos florentinos, disfrazado de mujer. No es el único personaje histórico que asoma en estas páginas, también encontramos a Eras- mo, que pasó una larga temporada en Venecia con el protagonista, preparando la edición de sus Ada
gia.Laciu dad, entonces con una situación política convulsa, es un sugestivo telón de fondo perfilado con pinceladas: los cambistas, los fabricantes de papel, las prostitutas, la Iglesia…
Esta apreciable novela es ante todo un homenaje a quienes viven por y para los libros, tal como queda claro en su arranque :“Entre la diversidad de tipos que con forman la especie humana, uno de los más peculiares es el de quienes renuncia n a vivir el mundo para leerlo ”.