El último dibujante
Un cómic inconformista que critica la actualidad de su oficio
El último cómic de Blutch (Estrasburgo,1967), enfantterrible, encierra en una estructura convencional una bomba de relojería absolutamente punk. La estructura circular a parenta domesticar un ejercicio de ciencia- ficción onírica que se resiste a cualquier articulación predecible. La historia de Lantz, uno de los últimos dibujantes que aún creen en la artesanía manual, autor del Nuevo Nuevo Testamento, una obra esperada por cientos de miles de lectores, se va bifurcando a través de tecnócratas que tratan de robarle la autoría y de personajes femeninos que le roban el protagonismo. Entre ellos una artista que se so mete ala explotación laboral de Me di a Mondia, monopolio del mundo del cómic, que ha desarrollado una tecnología que permite producir historietas sin intención ni voluntad. Las empleadas meten las manos en una máquina amorfa y crean sin saberlo, porque han perdido el control de sus manos.
Sobre el poder de las manos( el dedo índice es una arma en la lógica del cómic); sobre la locura de la indus- tria cultural (Media Mondia podría ser una editorial literaria, una productora audiovisual, una fábrica cualquiera de “contenidos”); sobre la posibilidad de ser personal en un mundo que no valor ala originalidad si no es en cadena, habla este cómic hipnótico, que combina figuras dibujadas hasta su último detalle con otras sólo esbozadas, que juega con una paleta de colores (rojo, azul, ocre) que comunica alternativamente calidez y frialdad, que imagina tecnología s de la imagen que sólo un dibujo muy artesanal y muy elaborado pueden materializar. Todo ello con inter-textos en el guión de Molièreo-Poe.
Un libro incómodo. La antítesis perfecta de estas palabras de uno de sus personajes :“Su proyecto es convencional, sin hálito, sin fuerza ... Perfectamente inofensivo... Bravo, amigo, vamos a prepararle el contrato”.