La España sin gente
Un viaje sentimental e histórico a través de la historia y la vida actual en el interior del país: las Castillas, Extremadura, Aragón y La Rioja
Constituye el 53% del territorio pero sólo vive el 9,9% de la población; es una excepción continental
Yde repente, al llegar al final, el autor se destapa usando por primera vez la primera del plural. “Somos viejóvenes”, afirma, y con ese “nosotros” su ensayo cambia y cobra un sentido renovado. El capítulo había empezado muy lejos, en Argentina, describiendo una tendencia musical protagonizada por “jóvenes anti-juveniles” que marchan de la ciudad para investigar en su tradición olvidada y descubrir hondura en el pasado rural. Pero esa nueva sensibilidad, en España, últimamente también se estaría reproduciendo en el campo literario entre escritores jóvenes y urbanitas que asumen el germen de su identidad en un país sin gente – La España vacía del título– pero que es su origen. “Procedemos de allí, de un lugar que no existe o que está apunto de dejar de sentir ”. A través del a interioriza ción de ese espacio, concluye Sergio del Molino, paseando por esa geografía, su memoria y el lenguaje de las abuelas, podría refundarse “un patriotismo eficaz”. Este es el quiebro final de un libro inesperado que tiene la virtud de desintoxicar discursos petrificados por la reiteración de los lugares comunes.
Parte de los datos. “La España vacía es la España interior y está formada por las dos Castillas, Extremadura, Aragón y La Rioja. Un territorio enorme para los estándares europeos”. Constituye el 53% del territorio del país, pero, descontando los centros administrativos, en ella sólo vive el 9,9% de la población. Dicho desequilibrio, según las estadísticas, es una excepción continental, como también lo es, por contraste, la morfología de esos pueblos. Similares son los pueblos de Francia, Bélgica, Alemania o incluso Italia, cerca unos de otros, con caseríos y granjas diseminadas por todo su perímetro. En la España vacía, por el contrario, son solitarios y “parecen fortificaciones en terreno conquista-
do”. Allí vive poca gente, los olvidados que se quedaron tras las décadas de emigración masiva (las de las décadas de los cincuenta y los sesenta del pasado siglo), y en general importan poco o muy poco (aunque políticamente, en virtud de la ley electoral, están sobrerrepresentados ).
La falta de interés ha posibilitado la perpetuación unos tópicos que Del Molino deconstruye para huir de mitos, condición necesaria para contar lo que constata que nunca se ha contado. Su mecánica es original. Nunca nostálgica, conectada siempre al presente. Combina apuntes autobiográficos de los viajes del autor como trotamundos o periodista (a una aldea del crimen como Fago, al cromo medievalizante de lugares como La Puebla de Sanabria…) con el análisis de discursos históricos (el romántico), ideológicos (el carlismo) o literarios (Bécquer o Unamuno) que se han ido elaborando sobre esa parte del país, en especial sobre la elaboración artística de su paisaje. Lo ejemplificaría el caso de Las Hurdes, cuyo tópico lo impuso un intencionado documental de Buñuel que apenas tuvo espectadores o un libro sin apenas circulación. O lo demuestra también su iluminador análisis filológico de la traducción castellana de Voyage en Espagne de Gautier. Sobre la pobreza, paleta oscura. La conclusión podría ser que una imagen distorsionada, aunque fuese la regeneracionista, ha actuado como una lente despectiva para comprender aquella realidad y sus gentes. Aquí se plantea, pues, un cambio de óptica.
Sergio del Molino La España vacía. Viaje por un país que nunca fue
TURNER. 281 PAGINAS. 23 EUROS
Del Molino combina autobiografía con el análisis de los discursos históricos, ideológicos y literarios