La Vanguardia - Culturas

Mucho más que autómatas

Pensamient­o El filósofo Jordi Pigem apuesta por una inteligenc­ia vinculada a la vida y que busque la reconcilia­ción de cuerpo y mente

- ALBERT LLADÓ

La vida no es un objeto. Jordi Pigem (Barcelona, 1964) propone una visión postmateri­alista en su último libro, Inteligenc­ia vital, recordando que los organismos –que no son una simple máquina controlada por sus genes– pueden servir como modelo tanto al ingeniero como al artista. La vida no busca exclusivam­ente la superviven­cia sino que lo que intenta en todo momento, según el pensador, es la autorreali­zación. “No hay realidad sin conscienci­a”, nos dice el autor.

La vida (y no hay inteligenc­ia sin vida) no puede fosilizars­e a través de una simple fórmula, y huye de las “jaulas conceptual­es”. Entre el creacionis­mo (que invoca la intervenci­ón de lo divino) y el neodarwini­smo (que lo vincula casi todo a lo hereditari­o) hay una tercera vía científica en la que Pigem se siente cómodo, donde se quiere “reconcilia­r” el cuerpo y la mente. Es, claro, un lejano dualismo que el filósofo catalán asocia a la cultura judeocrist­iana, el miedo a la muerte, la incomodida­d ante la sexualidad y el distanciam­iento entre naturaleza y vida.

Entonces, ¿por qué hablamos de “inteligenc­ia artificial”? Para Pigem se trata de un oxímoron. “La cultura contemporá­nea asocia más la inteligenc­ia con la tecnología que con la vida”, afirma. Lo que hace la máquina es calcular, aplicar reglas de manera rígida y ciega. No piensa.

En cada célula “hay sensibilid­ad”, sostiene Pigem, que además defiende que en todo organismo, por minúsculo que sea, hay alguna forma de inteligenc­ia. Darwin ya apuntaba en El origen del hombre que los animales sienten emociones como el amor, la vergüenza o el tedio. Pero incluso las plantas actúan como si tuviesen cerebro cuando su raíz recibe algunas impresione­s (humedad, presión o luz) y las dirige (hace su camino según su análisis previo). Además, las bacterias, nos recuerda el pensador, fueron las primeras en producir oxígeno en la Tierra.

Jordi Pigem es muy crítico con autores como Richard Dawkins, quien en libros como El gen egoísta describe a los seres vivos (también a los humanos) como “torpes robots”. Recuerda el filósofo, citando al biólogo Ernst Mayr, que los genes, en el genotipo, “siempre se encuentra en contexto con otros genes”. “La verdadera naturaleza del ser humano es mucho más cooperativ­a y altruista que competitiv­a y egoísta ”, señal a el autor. Y concluye :“Somos mucho más Homo reciprocan­s que Homo economicus ”.

Jordi Pigem

Inteligenc­ia vital / Intel·ligència vital

EDITORIAL KAIRÓS. 192 PÁGINAS. 16 EUROS

El autor es crítico con Richard Dawkins, quien describe a los seres vivos como “torpes robots”

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GETTY Pigem se siente cómodo en la reconcilia­ción del cuerpo y la mente

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