Mucho más que autómatas
Pensamiento El filósofo Jordi Pigem apuesta por una inteligencia vinculada a la vida y que busque la reconciliación de cuerpo y mente
La vida no es un objeto. Jordi Pigem (Barcelona, 1964) propone una visión postmaterialista en su último libro, Inteligencia vital, recordando que los organismos –que no son una simple máquina controlada por sus genes– pueden servir como modelo tanto al ingeniero como al artista. La vida no busca exclusivamente la supervivencia sino que lo que intenta en todo momento, según el pensador, es la autorrealización. “No hay realidad sin consciencia”, nos dice el autor.
La vida (y no hay inteligencia sin vida) no puede fosilizarse a través de una simple fórmula, y huye de las “jaulas conceptuales”. Entre el creacionismo (que invoca la intervención de lo divino) y el neodarwinismo (que lo vincula casi todo a lo hereditario) hay una tercera vía científica en la que Pigem se siente cómodo, donde se quiere “reconciliar” el cuerpo y la mente. Es, claro, un lejano dualismo que el filósofo catalán asocia a la cultura judeocristiana, el miedo a la muerte, la incomodidad ante la sexualidad y el distanciamiento entre naturaleza y vida.
Entonces, ¿por qué hablamos de “inteligencia artificial”? Para Pigem se trata de un oxímoron. “La cultura contemporánea asocia más la inteligencia con la tecnología que con la vida”, afirma. Lo que hace la máquina es calcular, aplicar reglas de manera rígida y ciega. No piensa.
En cada célula “hay sensibilidad”, sostiene Pigem, que además defiende que en todo organismo, por minúsculo que sea, hay alguna forma de inteligencia. Darwin ya apuntaba en El origen del hombre que los animales sienten emociones como el amor, la vergüenza o el tedio. Pero incluso las plantas actúan como si tuviesen cerebro cuando su raíz recibe algunas impresiones (humedad, presión o luz) y las dirige (hace su camino según su análisis previo). Además, las bacterias, nos recuerda el pensador, fueron las primeras en producir oxígeno en la Tierra.
Jordi Pigem es muy crítico con autores como Richard Dawkins, quien en libros como El gen egoísta describe a los seres vivos (también a los humanos) como “torpes robots”. Recuerda el filósofo, citando al biólogo Ernst Mayr, que los genes, en el genotipo, “siempre se encuentra en contexto con otros genes”. “La verdadera naturaleza del ser humano es mucho más cooperativa y altruista que competitiva y egoísta ”, señal a el autor. Y concluye :“Somos mucho más Homo reciprocans que Homo economicus ”.
Jordi Pigem
Inteligencia vital / Intel·ligència vital
EDITORIAL KAIRÓS. 192 PÁGINAS. 16 EUROS
El autor es crítico con Richard Dawkins, quien describe a los seres vivos como “torpes robots”