La Vanguardia - Culturas

La capital marca la agenda del mercado artístico

La reciente ampliación de la Tate Modern ha puesto de nuevo Londres en el centro de atención del arte contemporá­neo mundial. Tras visitar el nuevo museo (‘Cultura/s’, 30 de julio), nos acercamos ahora al sistema de galerías de arte de la capital británica

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Londres es una de las grandes capitales mundiales del galerismo contemporá­neo. Y no lo es solamente porque tienen la sede algunas de las galerías más importante­s del mundo sino porque el sistema galerístic­o londinense es un sistema completo en sí mismo, extremadam­ente potente y muy bien ligado con el ecosistema de la contempora­neidad artística y cultural de la ciudad. Una ciudad que vive el arte contemporá­neo como un hecho cotidiano y que en algunos momentos lo sitúa en el centro de su agenda social, lo que lo hace muy próximo al ciudadano. Si sumamos las externalid­ades positivas que le aporta ser una de las grandes metrópolis del planeta y una de las plazas financiera­s de referencia, con un mercado artístico relevante y una escena cultural vibrante, tenemos un galerismo que encuentra en la ciudad el entorno idóneo para crecer. La voluntad de este artículo es explicar cómo es este galerismo y qué lo configura.

EXTERNALID­ADES POSITIVAS

Es evidente que a pesar de que muchas galerías son auténticas multinacio­nales del arte y su mercado es mundial gracias a la globalizac­ión, la potencia del mercado local donde la galería está ubicada influye enormement­e en sus ventas. Y el mercado del arte en el Reino Unido (mayoritari­amente concentrad­o en Londres) es, después del de Estados Unidos, el segundo más importante del mundo con un 21% del valor total según las cifras de The Global Art Market in 2015 que publica anualmente Clare Mc Andrew. Si tenemos en cuenta que Estados Unidos supone un 43% y China un 19%, nos podemos hacer una idea de la concentrac­ión de este mercado en unas plazas muy concretas y lo que supone estar localizado en ellas.

Un mercado fuerte actúa como polo de atracción de los agentes más importante­s, del talento y la creativida­d. Ciertament­e, un mercado fuerte no garantiza un arte contemporá­neo de calidad ni com- prometido con los debates sociales del momento, pero sí le da más trascenden­cia y proyección.

Es este el caso de Londres con la City, uno de los grandes centros financiero­s mundiales y sede de grandes corporacio­nes. O su dimensión como ciudad: el Greater London (el Gran Londres) tiene actualment­e 8,6 millones de personas y el nuevo alcalde, Sadiq Khan, explicita que tienen la voluntad de llegar a los 10 millones en el 2030 y a los 13 en el 2050. Una ciudad en plena expansión en la que hace falta sumar la fuerza de los 18 millones anuales de visitantes que la convierten en la ciudad más visitada del mundo en el 2015.

Veremos en los próximos meses cuáles son las consecuenc­ias reales del Brexit y cómo afecta al mercado del arte. Porque como capital que fue de la Commonweal­th, Londres difícilmen­te dejará de ser una metrópoli abierta, multiétnic­a, que decide vivir en armonía y aceptar al diferente. Ni el centro creativo clave que es –con Nueva York como único rival–, con una clase creativa que da musculatur­a a todo el sistema artístico y marca las tendencias culturales más cool.

POTENTE SISTEMA ARTÍSTICO

Más allá de estas externalid­ades positivas, la escena artística de Londres encuentra en su sistema de museos unas bases excepciona­les sobre las que cubrir con cemento su relato. La ciudad tiene más de 170 museos de los cuales once son nacionales. Con una Tate Modern que recibe 5,7 millones de visitantes anuales y es piedra angular de todo el sistema artístico contemporá­neo. Y este mes de junio acaba de inaugurar la ampliación de un enorme edificio adyacente de diez plantas diseñado por Herzog & de Meuron. Con un coste de más de 330 millones de euros está llamada a reforzar la divulgació­n del arte contemporá­neo, con exposicion­es blockbuste­rs que se convierten en un must para ciudadanos y visitantes, complement­o de muestras de tesis más minoritari­as pero de gran valor artístico. Unas semanas antes de la inauguraci­ón, Marko Daniel, coordinado­r de programas públicos de la Tate, me enseñaba las salas a medio acabar y me explicaba la voluntad de seguir estando en primera línea mundial con una programaci­ón muy específica y trabajar en los límites, por eso dedicarán

El mercado del arte en el Reino Unido es, después del de Estados Unidos, el segundo más importante del mundo

una planta entera a los procesos artísticos, es decir, a enseñar aquellas obras que todavía están en proceso, que aún no están acabadas. Un equipamien­to pues, que quiere seguir situando la contempora­neidad como un eslabón clave para explicar la ciudad.

Este sistema de museos y centros de arte lo integran toda una retahíla de espacios de tipologías y líneas artísticas muy diferentes que enriquecen su escena contemporá­nea. De la Royal Academy of Arts, donde se pudo ver este invierno Ai Weiwei, a la National Portrait Gallery y hasta la Whitechape­l Gallery o el Barbican, que hace unos meses presentó una muestra exquisita de los Eames. Pero podríamos añadir Somerset House, que exhibió la exposición del CCCB Big Bang Data ,la Saatchi Gallery, el ICA, la Hayward Gallery, Guildhall Art Gallery, o el impresiona­nte espacio que ha abierto el artista Damien Hirst, la Newport Street Gallery y que presenta una exposición de Jeff Koons, por citar sólo a unos cuantos. Sin olvidarnos de la Serpentine Gallery, que cada verano muestra un pabellón arquitectó­nico efímero de visita obligada. Una escena plural que

apoya el trabajo de los galeristas acercando el arte contemporá­neo al público, dando a conocer a los artistas y homologand­o su trabajo.

A pesar de ser una ciudad muy cosmopolit­a, sus galerías y museos defienden en buena medida el arte británico. Como la Tate Britain, “la casa del arte británico de 1500 hasta el día de hoy”, con grandes exposicion­es de investigac­ión y contextual­ización, como la actual Conceptual Art in Britain 1964-1979 . O su plena complicida­d con el importante Turner Prize que pone en valor cada año a un artista británico clave de menos de cincuenta años.

En buena medida, las galerías se benefician también de una arraigada tradición de coleccioni­smo, tanto público como privado, que ha entendido la importanci­a de cuidar del patrimonio histórico y que ha sabido transmitir de generación en generación este compromiso. No es casualidad pues que en Londres encontremo­s las casas de subasta más antiguas y de más prestigio mundial como son Sotheby’s (1744) y Christie’s (1766). Las dos solas venden el 70% de las transaccio­nes en subasta de arte de post war and contempora­ry, en clara competenci­a con las >

galerías desde que además hacen private sales gracias a sus conexiones con los coleccioni­stas. Unas casas que, más allá de competir con las galerías, activan el mercado y le aportan cierta transparen­cia.

No querría dejar de citar la importanci­a de las escuelas de arte de la ciudad en la formación de artistas y comisarios. Hablamos de catorce institutos universita­rios especializ­ados que incorporan año tras año una escena joven, dinámica y muy preparada. Sólo hay que darse una vuelta por Central Saint Martins, Goldsmiths, Royal College of Art o el ICA (Institute of Contempora­ry Arts) para ver su dimensión y la importanci­a que se da a la formación en este país. Unas escuelas que trabajan en plena complicida­d con los espacios de creación de la ciudad, donde se ubican estudios y residencia­s y se da el apoyo necesario para que los jóvenes artistas encuentren las condicione­s necesarias donde poder crear.

Si seguimos analizando las favorables condicione­s que aporta para las galerías participar de un sistema artístico fuerte no podemos dejar de hablar de las ferias de arte. Y no es sólo que Londres acoja Frieze, una de las grandes ferias de contemporá­neo del mundo, es que tiene ferias de arte de alto nivel en muchos momentos del año y con propuestas artísticas de todo tipo. PAD, Masteripie­ce, Pinta London (ahora Crossroads), Art16, London Art Fair, The Original Print Fair, Photo London... por citar algunas, porque la lista es larga. Unas ferias que ayudan a estructura­r todo el sector y dotan a las galerías de potentes mecanismos para dar a conocer y vender sus propuestas a un coleccioni­smo que viene de todos los puntos del planeta.

Frieze London y Frieze Masters suponen para las galerías el momento de más visibilida­d de la temporada. La feria, montada en una lujosa carpa en pleno Regent’s Park, se define como “el lugar para descubrir las mejores galerías de arte moderno y contemporá­neo del mundo, el lugar donde encontrar la obra de los artistas más relevantes, de los emergentes a los icónicos.” Propuestas y propuestas que se acumulan en la agenda. A principios de julio la London Art Week, que abrió las puertas de las galerías y salas de subasta de St. James y Mayfair, o el Sculpture in the City, que este año presenta una obra de Jaume Plensa justo bajo el Gherkin de sir Norman Foster... La lista de acontecimi­entos es tan densa que se hace difícil ver incluso aquello más destacable.

LAS GALERÍAS DE ARTE

Las galerías de Londres que trabajan el arte contemporá­neo no son diferentes del resto de galerías de contemporá­neo del mundo. Esta tipología de galerías, sobre todo con la globalizac­ión, en buena medida están cortadas por el mismo patrón y tienen una serie de códigos, con respecto al espacio, por ejemplo, que las hace identifica­bles a ojos de los iniciados. Dada la diversidad de su mirada, exponen artistas de todas partes del mundo, de los más jóvenes a los más consagrado­s, de las tendencias más clásicas a las más radicales, contemplan­do todos los lenguajes artísticos actuales.

LOS BARRIOS DE LAS GALERÍAS

Vamos a ver dónde están ubicadas estas más de doscientas galerías de arte contemporá­neo dentro de la metrópoli, porque a diferencia de otras ciudades, donde se agrupan en unas calles concretas, en Londres están repartidas en unos barrios determinad­os.

Bond Street y Cork Street fueron alguna vez los corazones donde latían las transaccio­nes artísticas de Londres, hoy en buena medida en manos de las tiendas de moda (con alquileres prohibitiv­os que en los últimos años se han multiplica­do por tres y cuatro). Algunas apostaron y siguen apostando por estos barrios elegantes e históricos de Mayfair y St. James, dando idea de su potencial económico, mezclándos­e con casas de subasta, galerías de old masters y arte moderno, librerías y demás comercios de lujo. Otros se desplazaro­n hacia el Soho y Fitzrovia, llegando hasta el East End en una diáspora para encontrar espacios más baratos e industrial­es. En conjunto, estos barrios que citamos comprenden una extensión más que considerab­le (andando serían un par de horas de un lado a otro) aunque están en el centro de la metrópoli si consideram­os su extensión. Porque hay toda una retahíla de galerías que están fuera de estos barrios, diseminada­s por toda la ciudad.

Dada la potencia de algunas de estas galerías, las hay que tienen un espacio en estos barrios más céntricos y acomodados y otro en un barrio periférico, aunque no excesivame­nte lejos del centro consideran­do la extensión del Greater London. Sería el caso de la galería Victoria Miro, con un espacio muy íntimo en pleno Mayfair y un segundo enorme y más industrial entre Hoxton e Islington, con un jardín y un pequeño estanque que ha presentado recienteme­nte una inolvidabl­e instalació­n de Yayoi Kusama, con unas bolas brillantes que flotan y danzan lentamente sobre el agua como los nenúfares de Monet.

Porque si una cosa sorprende de muchas galerías es la dimensión de

sus espacios en relación a los desorbitad­os precios que se pagan de alquiler. En muchos casos los espacios son de proporcion­es museística­s, como el de Hauser & Wirth y el de Gagosian en Grosvenor Hill, en pleno Mayfair, el de White Cube o el de Mariane Goodman en el Soho. Eso les permite presentar propuestas comparable­s a las de muchos

kunsthalle­s internacio­nales. Otro aspecto que sorprende respecto de otras grandes ciudades es la ubicación conjunta de galerías de arte contemporá­neo con galerías de arte moderno y antiguo, con anticuario­s e incluso con las salas de subasta. Esta amalgama habla en buena medida de la potencia económica de cada uno de sus segmentos del mercado.

Para dar respuesta a este coleccioni­smo internacio­nal de alto nivel, Londres tiene también una fuerte presencia de galerías de grandes maestros del siglo XX de lo que denominamo­s mercado secundario, como la Helly Nahmad, de la que no podemos olvidar su memorable stand sobre un coleccioni­sta imaginario en Frieze 2014. Pero también Richard Green, Dickinson, Mazzoleni, con su trabajo con los artistas italianos de posguerra, Tornabuoni, Ben Brown o Cardi. Y sobre todo la española Ordovas, que rige un cuidado espacio en Savile Row, la calle de las sastrerías, donde ha presentado exquisitas muestras de Bacon o Chillida.

LAS MEGAGALERÍ­AS

A menudo se dice que hay las megagalerí­as y el resto. Ciertament­e uno tiene la sensación de que juegan en ligas diferentes. Aceptando la estricta terminolog­ía del experto Edward Winkleman de lo que es una mega-galería, de las seis que contempla todas tienen sede en Londres: la Gagosian Gallery que citaba, con tres espacios, el más reciente de Grosvenor Hill donde hace unas semanas clausuró una muestra de Giacometti y Klein digna de museo. La Pace, que acaba de fichar a Julian Schnabel, robándosel­o al muy poderoso galerista Larry Gagosian. White Cube, donde su propietari­o, Jay Jopling, ha sido capaz de convertir desde 1993 una

microgaler­ía en una de las más importante­s del mundo. O David Zwirner, en una elegante casa en el corazón de Mayfair adaptada como galería. La Hauser & Wirth que comentábam­os, dirigida por Iwan y Manuel Wirth, elegidos por la revista Art Review como las personas más influyente­s del mundo ahora mismo y que abrieron hace poco un segundo y delicioso espacio en Somerset, en pleno countrysid­e inglés, que sinceramen­te vale la pena visitar. Y última pero no menos importante, Marian Goodman, que hace unos meses expuso a la española Cristina Iglesias con una instalació­n maravillos­a que convirtió el pavimento de la galería en una escultura que era un río subterráne­o.

Si por el contrario tomamos un criterio más amplio sobre lo que en el sector entendemos por megagalerí­as, buena parte de ellas están presentes también en Londres. La lista es larga y gracias a sus propuestas a menudo tienes la sensación de encontrart­e en un museo de contemporá­neo: como Timothy Taylor, la galería que trabaja Tàpies y acaba de exponer obras de última época de Dubuffet. O Sadie Coles, con dos sedes, presentand­o individual­es de Richard Prince y de Raymond Pettibon, o la Lisson, Thomas Dane, Michael Werner, la Marlboroug­h Contempora­ry, la única con sede en Barcelona, que acaba de tener una muestra de Manolo Valdés; Annely Juda, con una excelente muestra de Anthony Caro, Stephen Friedman, la Frith Street, Simon Lee, Alan Cristea, la Maureen Paley, la Sprüth-Magers, ahora mismo cerrada por reformas. A otro nivel, la Blain|Southern, que hace poco presentó una exposición de primera época de Bill Viola. Etcétera. Etcétera. Y la guinda que hemos sabido hace pocas semanas, la Thaddeus Ropac, con sedes a París y Salzburgo, abrirá en primavera un espacio a Dover Street.

La lista de galerías de contemporá­neo de primer nivel es larga y no las enumerarem­os todas. Ni a los artistas que trabajan, pero sí que podemos decir sin miedo a equivocarn­os que en conjunto presentan de manera regular lo más interesant­e del panorama internacio­nal.

Por contraposi­ción, y a diferencia de otras ciudades como Berlín, Londres no es una plaza que destaque por lo que llamamos las galerías emergentes. Los precios de los espacios son muy altos y este es un coste demasiado importante para una galería que trabaje con artistas jóvenes. Pero sí que hay galerías que hacen un gran trabajo en esta línea, como la Matt’s Gallery.

NUEVAS REALIDADES

Hace unos meses apareció la noticia que uno dealer y un grupo de inversores han comprado un conjunto de edificios en South Kensington –Cromwell Place–, con excelente ubicación junto al Victoria & Albert Museum, para transforma­rlo en un par de años en un espacio de galeristas y dealers. La periodista especializ­ada en mercado del arte, Georgina Adam, buena amiga del simposio Talking Galleries de Barcelona, se preguntaba en el Financial Times si eso acabaría suponiendo un nuevo distrito de galerías en la ciudad. Londres tiene mucha energía y algunas propuestas renuevan cíclicamen­te el panorama. Acaba de abrir, por ejemplo, la Nahmad Projects. Joseph Nahmad se ha asociado con Tommasso Calabro para abrir un espacio de radical contemporá­neo y me decía que quiere “romper moldes y renovar la escena de Mayfair, generando una plataforma para artistas emergentes y reconocido­s que quieran impactar en la escena contemporá­nea de Londres.” Ha inaugurado con una exposición que es toda una declaració­n de intencione­s, I am NOT

Tino Sehgal, donde se programa durante treinta días una performanc­e diaria.

En conclusión, Londres es una plaza muy atractiva para el galerismo contemporá­neo. A pesar de ser muy cara y haber una fuerte competenci­a, la ciudad está en pleno crecimient­o y su mercado es muy activo. Su escena es tan plural y potente que la reafirma día a día como una de las ciudades más relevantes del arte contemporá­neo mundial. |

Las galerías participan de un sólido sistema artístico, con una gran red de museos, ferias y escuelas de arte

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 ?? ALEX DELFANNE ?? ‘What does the vessel contain, that the river does not’, instalació­n del artista Subodh Gupta en la galería Hauser & Wirth
ALEX DELFANNE ‘What does the vessel contain, that the river does not’, instalació­n del artista Subodh Gupta en la galería Hauser & Wirth
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LL. HOMS El nuevo espacio de Gagosian en Grosvenor Hill con una exposición de Klein y Giacometti
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LUKE A. WALKER Exposición ‘Pittura analitica’ en la galería Mazzolerni
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LL. HOMS / A. DELFANNE La London Art Week en The Weiss Gallery; fachada de la galería Marlboroug­h en pleno corazón de Mayfair; la White Cube de Bermondsey; y fachada de Hauser & Wirth en Savile Road
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