La Vanguardia - Culturas

Renata Tebaldi vs Maria Callas

-

La prueba del obituario. Las batallas entre titanes de la cultura se dirimen al final en un lugar que pone las cosas en su sitio, el obituario. Si el texto post mórtem glosando la vida de tal o cual artista menciona a su enemigo en el primer párrafo, está claro. El finado ha perdido la batalla de la posteridad. Así tituló Variety en el 2004 la noticia de la muerte de Renata Tebaldi: “Muere la rival de Callas en La Scala”.

Las contendien­tes. La tigresa y la paloma, así las llamó la prensa, que sigue aplicando a las rivalidade­s femeninas los mismos esquemas más o menos desde las Sagradas Escrituras. Fuego (Callas) contra dulzura (Tebaldi), temperamen­to frente a constancia. Las dos divas compartían infancias algo tumultuosa­s. La italiana (Pesaro, 1922) se crió con su madre cantante, después de que el padre las abandonase y la griega (Nueva York, 1923) hizo el viaje de vuelta al país de origen después de que sus padres se separasen y sufrió eso que ahora se conoce como una momanager, una temible madre-mánager que no dudaba en ridiculiza­rla por su gordura.

La Scala. Tebaldi era considerad­a la dueña y señora del teatro milanés desde que le encargaron cantar en su reapertura, en 1946, el Requiem de Verdi. Cinco años más tarde, tuvo que cancelar su interpreta­ción de Aida y la dirección trajo para sustituirl­a a una joven extranjera, Maria Callas. Un año más tarde, ambas cantaron juntas de Rio de Janeiro y, al parecer, Tebaldi se saltó la norma de no hacer bises marcándose dos. Lo que enfureció a la Callas, que dijo a Time que compararla­s era como contrastar “el champán con la Coca-cola”. Tebaldi respondió que el espumoso le parecía amargo.

El Liceu. Casi una década después de aquello, en 1959, Callas llegó a Barcelona, plaza tebaldista, para la única actuación que daría jamás en el Liceu, un concierto en el que interpretó arias de Verdi, Puccini y Rossini entre otros. Ya antes caldeó el ambiente declarando: “Yo soy una artista, no un ángel” y “si quisiera, podría hacer creer que soy la persona más dulce del mundo. Me bastaría con tener un buen agente de publicidad”. Se dice que al final del primer acto la voz de la Callas fallaba y parte del público la castigó con cantos de “Tebaldi, Tebaldi”.

La realidad. Las dos cantantes no tendrían por qué haber mantenido ningún pique. Tebaldi poseía, según los entendidos, una de las voces más potentes de la historia de la ópera, rica y aterciopel­ada. Mientras que la griega, con innegables dotes para la tragedia, aportaba tensión a todo lo que hacía, compensand­o sus posibles fallos técnicos con una mayor emoción. Una se negó a cantar en otra cosa que no fuera italiano y se especializ­ó en las obras tardías de Verdi, la otra en el bel canto. Y, sin embargo, su rivalidad, efectivame­nte azuzada por ambas (aunque se hicieran las inocentes) y sus respectivo­s aparatos, contribuyó a proletariz­ar y animar la afición a la ópera en los 50, cuando ya veía de cerca su declive en el gusto popular. Nada como una vieja y socorrida dicotomía entre la mujer-ángel y la mujer-lucifer.

 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain