“Tintín es leal, fiel, perfecto”
Las gigantescas ventanas del Museo Hergé, proyectado por el arquitecto Christian de Portzamparc, recuerdan las viñetas de un cómic de Tintín. Rodeado de vegetación, el centro está situado en la ciudad universitaria de Louvain-la-Neuve, a unos 30 kilómetros de Bruselas. Anne Eyberg dirige desde enero la entidad sobre la obra y la vida de Georges Remi (Etterbeek, 1907-Bruselas, 1983), mundialmente conocido como Hergé. De la mano del matrimonio Rodwell, la instalación, que visitan unas 80.000 personas cada temporada, cumplió siete años el 21 de mayo. Una gran exposición retrospectiva sobre el autor, organizada por la Réunion des Musées Nationaux en colaboración con el Museo Hergé, se inaugurará el 28 de septiembre en el Grand Palais de París y podrá visitarse hasta el 15 de enero del año 2017.
¿Qué modelo sigue el Museo Hergé?
Es un museo privado que surge de la iniciativa de la segunda mujer de Hergé, Fanny Rodwell. Al morir Hergé, en 1983, ella empieza a imaginar el museo. Hereda los derechos de toda la obra. Los originales se veían de manera ocasional, en exposiciones o por especialistas que querían examinarlos. Fanny Rodwell quiso difundir lo que había recibido. Es una obra gigantesca que se encuentra en tresmil metros cuadrados y ocho salas de exposiciones. Nos permitimos rotaciones de originales. Este museo es el resultado del sueño por amor de Fanny Rodwell, con el apoyo de su marido Nick Rodwell.
Remi luchó contra la acusación de haber sido relacionado con el régimen alemán.
Hergé pidió perdón por su actitud en la guerra. No le interesaba la política. Hizo caso del gobierno que animaba a retomar el trabajo. Empezó en Le Soir, un diario controlado por el nazismo. No se lo cuestionó. Se imprimía en los sótanos de la redacción, donde también se ejercía la resistencia. Nadie de la redacción bajaba nunca, excepto Hergé por-que quería comprobar que las imágenes se pudieran leer bien. Nunca lo reveló.
Hay versiones de los mismos álbumes que cambiaron con el tiempo. La situación en los años treinta no era la misma que en los años cincuenta.
Tintín en el Congo se inscribe en una época cuyo espíritu no era el de Hergé. Se acercaba al de toda la población belga y a la de otros países con colonias, con esa especie de sensación de superioridad de la raza blanca. Hoy no lo soportaríamos, pero en esa época era completamente normal. En exposiciones universales se enseñaron pueblos africanos donde las personas parecían objetos. Al comenzar sus aventuras asiáticas, se relacionó con su amigo Tchang y evitó los estereotipos, se documentó muchísimo. Tuvo largas conversaciones con él para preparar El loto azul.
Tintín no envejece, pero sí lo hace el contexto de los álbumes.
Sí, los tres primeros libros, dedicados a las aventuras en América, el Congo o los Sóviets, eran pequeñas historias para niños, sin más pretensiones. La fuerza que tomaron sus personajes sorprendió al mismo Hergé. Son contemporáneos pero todo se inscribe en una determinada época que, hoy en día, nos parece desfasada.
¿No aparecerá nunca un libro inédito de Tintín?
No. En cualquier caso, si así fuera, yo sería la primera sorprendida. El principio es respetar siempre el deseo de Hergé. Él dijo: “Tintín soy yo”, el personaje perfecto que quería ser. Respetamos su deseo.
¿Cuál es el espíritu de Tintín?
Si preguntamos a un niño sobre su personaje favorito, seguramente dirá Haddock porque siempre hace lo que quiere, grita, gesticula, se enfada. Tornasol es imaginativo, inteligente y divertido. Su sordera provoca situaciones chistosas. Todos los personajes están muy bien tipificados, con defectos que se convierten en algo divertido para los niños. El personaje federativo, que los reúne, es Tintín. Su espíritu es ser siempre positivo, creer que todo es posible, hacer cualquier cosa para llegar a conseguir lo que en principio parecía imposible.
En el museo se cuenta el origen del nombre de Milú.
El joven Hergé se enamoró de una