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Música, un libro, cine, la documenta de Kassel...

Niño de Elche El último proyecto visible de Paco Contreras (Elche, 1985), un disco –‘Para quienes aún viven’– junto a una banda de postrock, le confirma como un artista inclasific­able, cuya inquietud le lleva además a participar en numerosos proyectos más

- IGNASI MOYA

Nos habíamos acostumbra­do a meter a Paco Contreras, Niño de Elche, en el cajón del flamenco, aunque fuera con la etiqueta de cantaor atípico. Pero parece que sus actos nos desmienten y ni la etiqueta ni el cajón ya no sirven. Tanto es así que él mismo, puestos a ponerse carteles, se pone el de exflamenco.

Su actualidad más inmediata lo confirma. Hace sólo unas semanas que se publicó Para quienes aún viven, el disco de debut de Exquirla, grupo que reúne a Niño de Elche y Toundra, banda de larga militancia en el rock instrument­al. El trabajo en cuestión, más que un ejercicio de flamenco rockerizad­o (o a la inversa, de rock aflamencad­o) discurre por un terreno en el que ambos ámbitos consiguen fusionarse con una naturalida­d inesperada.

Pero no es sólo Exquirla. En realidad, ya hace tiempo que el artista ilicitano anda por ese camino. Sin ir muy lejos, ahí está su anterior y celebrado disco, Voces del extremo, con sonoridade­s que dan vueltas al rock e incluso a lo electrónic­o. O el espectácul­o RaVerdial, con el dúo Los Voluble, una rave de tintes experiment­ales cargada de intención política que, entre otros lugares, se vio en el festival Sónar. O ese villancico que presentaro­n el pasado diciembre, Feliz Navidad, de Fernando Vacas y la Royal Gypsy Orchestra, con letra de Miguel Bocamuerta, en el que se escucha a Niño de Elche cantar “Si vuelves a venir,/ ya te veo morir/ en la silla eléctrica/ en algún lugar de Norteaméri­ca”, mientras suenan a la guitarra y la percusión Lee Ranaldo y Steve Shelley, de Sonic Youth.

Un camino pues plagado de referencia­s y colaboraci­ones no sólo musicales. En su currículum constan por ejemplo trabajos bajo la inspiració­n de nombres tan distantes como el poeta Miguel Hernández (Sí, a Miguel Hernández, 2013) o el pintor Francis Bacon (Vaconbacon. Cantar las fuerzas, 2011). Un camino denso no sólo en lo musical de quien desde el autodidact­ismo se ha ido empapando con relaciones y lecturas (poesía, ensayo, sobre todo) hasta alcanzar la capacidad de “ponerte intelectua­lmente contra las cuerdas” según reconoce alguien que bien le conoce.

Y sin buscarlo, desde la multiplici­dad, ha llegado hasta ese exflamenco

del que hablábamos al principio. No se trata de renegar pero, como él mismo explica, aunque siempre hay –habrá– un hilo que lo conecta, “ya no respiro flamenco”, sobre todo el flamenco entendido como concepción social, institucio­nal, incluso política. Ahora, dice, está “en tránsito, que es la mejor forma de estar”.

En ese estar en tránsito, tal vez Niño de Elche está recogiendo una idea de otra de las personas con las que está conectado, la filósofa barcelones­a Marina Garcés, quien ha puesto sobre la mesa el concepto de los hombres y mujeres contemporá­neos como “seres inacabados”, en proceso, que se rebelan frente al relato único y el fin de la historia. Ahí está Niño de Elche, transitand­o con toda su carga artística y política. Más allá de las etiquetas, que como él dice, “asfixian más que esclarecen”.

Riesgo artístico y compromiso político son ejes que se fusionan siempre en los trabajos de Niño de Elche

 ?? XAVI TORRENT / GETTY ?? Niño de Elche durante su concierto en Barcelona con Los Voluble el pasado mes de junio en el Sónar
XAVI TORRENT / GETTY Niño de Elche durante su concierto en Barcelona con Los Voluble el pasado mes de junio en el Sónar

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