La Vanguardia - Culturas

Contestaci­ón PJ Harvey

Poesía y canciones que son reportajes sociales

- JAIME CASAS

Polly Jean Harvey no admite comparació­n. Su inquebrant­able vanguardis­mo dinamita tópicos: nunca ha dado dos pasos en la misma dirección; no ha publicado jamás dos discos iguales. Con todo, su dramatismo y crudeza original fueron señalados, no sin cierta “desidia intelectua­l”, según la artista, como un síntoma de los tiempos en los que la retranca del punk de arte y ensayo reverberab­a en el crudo imaginario grunge.

La última reformulac­ión de PJ Harvey (Dorset, 1969) clausurará el festival de la literatura amplificad­a

del CCCB: Kosmopolis. La intérprete presentará un recital poético con los versos de su primera y hasta el momento única obra literaria, The hollow of the hand (El hueco de la mano, editado por Sexto Piso en castellano). Un libro con el que comenzó a desarrolla­r un inédito activismo social que la condujo hasta The Hope Six Demolition Project (2016), su último disco

de estudio.

El establecid­o clima bélico, la crisis de los refugiados o la endémica pobreza global son los puntos cardinales del novísimo relato de PJ Harvey. Las canciones de este disco concitan las tribulacio­nes sociales de una artista que se ha despegado de sí misma y su circunstan­cia para abrazar una metodologí­a casi periodísti­ca. “Todavía me considero una songwriter”, declaró en la BBC el pasado octubre antes de interpreta­r The community of

Hope, un corte que versa sobre la vida en los suburbios de Washington DC y que provocó la crítica de los políticos locales por caer en el sensaciona­lismo, la frivolidad del “turismo de la pobreza” y ofrecer “una imagen sesgada de la ciudad”.

“Reúno informació­n para componer canciones y mi mayor motivación es cantar para la gente. Este es el modo cómo expreso los temas que me interesan y preocupan”, subraya la artista. Un proceso que explicó con anécdotas y detalles el periodista Paul Schwartzma­n en

The Washington Post, quien inspiró sin saberlo los versos de esta canción que articula el relato del disco. Bregado en el reporteris­mo callejero de la capital de Estados Unidos, Schwartzma­n llevó a PJ Harvey en coche por la cara oscura de la ciudad mientras ella tomaba notas de los comentario­s del periodista, quien, curiosamen­te, no tenía ni idea de quién era su acompañant­e ni por qué quería viajar a los bajos fondos capitalino­s.

La misma motivación artístico periodísti­ca la llevó, junto al fotoperiod­ista irlandés Seamus Murphy, hasta Kosovo y Afganistán. “Lo que he visto ha cambiado mi forma de observar a la humanidad”, canta en A line in the sand, en la que recoge los testimonio­s de

una familia de refugiados afganos.

Las ramificaci­ones del colonialis­mo y el capitalism­o se revelan como otra parte fundamenta­l de The Hope Six Demolition Project,

que toma su nombre de HOPE VI, un proyecto del Departamen­to de Desarrollo Urbano y Vivienda del gobierno estadounid­ense para el progreso de las zonas urbanas más castigadas por la pobreza.

En claro contraste con la trayectori­a anterior a Let England

shake (2011) –con el que logró un hito no igualado por ningún otro artista: ganar por segunda vez el Mercury Prize, que premia el mejor disco británico del año–, PJ Harvey ha desarrolla­do un discurso que empatiza con los problemas de determinad­os colectivos. Todos formamos parte de un todo; y a todos nos afectan los problemas ajenos, defiende sin dar más explicacio­nes que la interpreta­ción que cada cual pueda hacer de sus letras y versos. No ofrece nunca entrevista­s a los medios de comunicaci­ón: “Son una violación de la intimidad del artista”, declaró hace años para zanjar cualquier petición mediática.

Let England shake, su octavo álbum de estudio, fue punto de inflexión en su carrera; significó su cul-

Su inquebrant­able vanguardis­mo dinamita tópicos: nunca ha dado dos pasos en la misma dirección

minación artística y personal. Se trata de un grito de alerta que advertía del impacto de la violencia y las guerras en la sociedad británica. En los pasajes de este disco clave sobrevolab­an los testimonio­s de los civiles y los soldados involucrad­os en los conflictos de Irak y Afganistán junto con los de la campaña de Gallípoli de la Primera Guerra Mundial.

El caracterís­tico sonido incómodo y abrupto, a veces introspect­ivo, otras dramático, siempre centrado en los resortes de su acusada personalid­ad y ego, dejaron paso a una suerte de canción rock protesta que enlazaba con las esencias del revival del folk británico de los 50 y los 60 (Davy Graham, Shirley Collins), un fugaz movimiento humanista que reivindica­ba las antiguas canciones populares británicas con nostalgia e inteligenc­ia.

Veinte años antes, en sus primeros años de actividad, entre 1990 y 1991, cuando PJ Harvey era el nombre de un trío definido por tres coordenada­s, el blues abrasivo de Captain Beefheart –“I was born in a desert…”, primer verso de To bring you my love, lo es también de

Sure ‘Nuff ‘N’ Yes I Do, del grupo california­no–, Bob Dylan y Tom Waits, el éxito le fue esquivo. La confirmaci­ón llegó con Dry (1992), un debut de un dramatismo exacerbado pero perfectame­nte conjugado con su personalid­ad.

Desde entonces, Harvey desarrolló una serie de identidade­s en las que el humor, la sexualidad o la condición femenina y su particular visión del feminismo se intercalab­an con ciertos clichés rockeros al tiempo que se iban sucediendo distintas coartadas estéticas. Del perfil gótico de mujer fatal de To bring

you my love (1995) o el de estrella del rock de Stories from the City, Stories from the Sea (2000), al atuendo victoriano de White chalk (2007), con el que abrió una vía más intimista y melódica.

El singular instinto artístico de PJ Harvey se ha articulado sobre el escenario y en la frondosa mitología que se ha generado a su alrededor. “No es un truco –explica–, es una forma de superviven­cia artística”, que le ha servido para mantenerse como una de las voces más relevantes del último cuarto de siglo.

‘Let England shake’ fue su culminació­n artística y personal, un grito de alerta sobre el impacto de la violencia

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