Tatuajes
ANAGRAMA. 128 PÁGINAS 16,90 EUROS Juan Sebastián, dedica su música a Simón –gran filósofo, según el narrador, puro esperpento– para iniciarlo a la danza y al conocimiento de los números como, según me ha parecido entender, expresión sublime de la cultura.
La simple existencia de ese segundo volumen reafirma la fe de Coetzee en el relato –¿alegórico?– sin duda deslavazado y ambiguo que cuenta. Pienso que incluso no es un disparate imaginar que podría haber una futuraterceraentregadeesasorprendente Sin embargo, después de transitar por dos libros y casi medio millar de páginas, debo admitir que se me escapa el sentido de lo leído. Las preguntas se me acumulan y no hay respuestas; al menos no sé encontrarlas. ¿El arisco e insoportable David, niño-grande de pesadilla es imagen de Jesús? ¿En serio? ¿Quizáenunaversiónquesólo–talvez–el humor surafricano de Coetzee es capaz de asimilar? ¿La senda que emprende el ciclo que gira (según parece) en torno a un Jesús esperpéntico, bajo máscara de adulto, a dónde conduce? Más preguntas. ¿Cómo explicarloinsubstancial? ambiental y se pasa el día pendiente del dióxido de azufre y –es zopas– del de la pluviosidad acumulada y de los –no tiene mucho coco– . También mandan cartas al director de los periódicos, con diferentes nombres y una de las primeras que escriben es para quejarse de que han talado un nogal en el parque de La Pegaso (“¿i això on diu que ha passat? –pregunta el funcionario– ¿al parc del ...ja l’hi preguntaré, però si l’arbre ja no hi és deu ser per alguna cosa”. Para fabricar ratafía, además de un montón de hierbas, se necesitan nueces tiernas. Es genial que Xavi & Xavi, Morell & Quintana se dedi-
(2014), la primera novela de Sergi Pons Codina, descubrió un mundo nuevo. Explicaba con una naturalidad que desarmaba y con unas salidas tronchantes las aventuras de un grupo de del Sant Andreu, en torno a un barucho. Escritor y tatuador, Sergi Pons Codina (Parets del Vallès, 1979) es uno de los grandes hallazgos de los últimos años. están inventados de cabo a rabo: una mafia rumana que se dedica a destripar las colillas que recogen por los suelos y a armar cigarrillos de la marca El Fum de Timisoara; o un boxeador, Joaquim Nogués, que recuerda un poco el caso de Pedro Roca Homs, que siempre perdía. En un mundo de triunfadores, perder a consciencia es una manera de mandar sobre tu destino.
Pons Codina tiene un salero especial para describir lugares y situaciones. La mirada de sus protagonistas los convierte en gente especial. Para que se hagan una idea: la descripción de la casa Bloc, en el paseo de Torres i Bages. Construida entre 1932 y 1936 por Josep Lluís Sert, Josep Torres Clavé y Joan Baptista Subirana, es una de los iconos de la modernidad en Barcelona. Dice Pons Codina-Morell: “En efecte, la casa Bloc era un exemple de funcionalitat i rectitud, com si algú hagués pensat en la millor manera de construir un edifici que no cridés l’atenció i, de tanta contenció, hagués engendrat un monstre de la moderació, que destacava pel fet de no destacar, i ressaltava de normalitat”. Hay otro detalle, tan bueno como éste, dedicado a la iglesia de Sant Andreu del Palomar, salvada de mil incendios anarquistas. Menos espídica y densa de historias que la novela anterior, funciona. Y de qué manera. EDICIONS DE 1984. 286 PÀGINES. 18 EUROS