Gloria Fuertes, nuestra poeta ‘queer’
Tres antologías coinciden en recuperar la obra de la poeta madrileña para recordarla más allá de su producción dirigida al público infantil y reubicarla en la tradición poética española
Poetas hay muchas, pero como Gloria Fuertes sólo una. Referente de la literatura infantil de posguerra, fue única e irrepetible, como lo es Arrabal al teatro, por ejemplo. Madrileña nacida en 1917, vio la luz en el castizo barrio de Lavapiés y murió
en 1998. Este año celebramos su centenario, que está sirviendo no sólo para recordarla –que ya es mucho–, sino para reubicarla –que era necesario–. Porque los que crecimos en los setenta viéndola en televisión –tan entrañable ella–, en aquellos programas míticos como
Un globo, dos globos, tres globos, sabemos que como escritora se la soslayó. Escribir para niños pasa factura cuando se escribe también para adultos, como ella hizo, y te imita Martes y Trece, como fue el caso.
Esa necesidad de reinsertarla en la tradición poética española ha llevado a dos de las tres antologías publicadas con motivo de este aniversario a incluir el poema que le dedicó su amigo Pepe Hierro, con quien coincidió impartiendo clases en los EE.UU., Hablo con Gloria Fuertes
frente al Washington Bridge (de Cuaderno en Nueva York); un aviso para navegantes de que hubo quien la supo apreciar. También el prólogo de Villena que abre Geografía
humana y otros poemas (Antología poética, 1950-2005), la delicada selección de Nórdica –ilustrada por Noemí Villamuza, quien ha sabido emular el duende agridulce de la autora–, ratifica ese interés por mostrarla en una soledad acompañada y nos lleva a los años en que vivió casi como poeta postista, en compañía de escritores como Carlos Edmundo de Ory o Francisco Nieva. Tampoco fue un cualquiera sino Gil de Biedma quien allá por los sesenta hizo una antología suya en la prestigiosa colección Colliure –impulsada por Barral–, titulada Que estás en la tierra.
A Gloria Fuertes le iban las singularidades –en la literatura y en la vida–, y eso sumado a su condición sexual me lleva a pensar que su heterodoxia tiene mucho de queer, si entendemos por queer al que se aparta del discurso dominante y huye de la convención: “Escribo como escribo, / a veces deliberadamente mal, / para que os llegue bien”, leemos en el poema Arte poética. Feminista a ultranza, de su ir y venir de la precariedad a la poesía destaca su reivindicación de la poesía hecha por mujeres, que junto a unas compañeras y bajo el nombre de Versos con faldas, difundía en recitales alternativos allá por los cincuenta.
Gloria Fuertes iba en bici, iba en Vespa e iba por libre. También llevaba corbata. Escribía con el lenguaje de la calle –el único que le interesó–, con faltas de ortografía y sirviéndose de una personal puntuación que la Sra. Gramática jamás aprobó. Por ello la tercera antología publicada, Me crece la barba , ha querido a su vez no distinguir entre los poemas dedicados a pequeños y a adultos, pues todos nacen de un mismo impulso: la libertad de pensamiento y la libertad de estilo.
Quienes sí la tomamos en serio nos habíamos quedado en sus
Obras incompletas, que vieron la luz en Visor en edición suya, allá por 1983, y donde afirma: “Mi obra, en general, es muy autobiográfica, reconozco que soy muy yoísta, que soy muy glorista”. Hija de republicanos, víctima de la incivil Guerra Civil, se sintió siempre más cerca de los vencidos que de los triunfadores. Tras años de oficinista resignada, acabó dedicándose a la biblioteconomía y no fue como alumna sino como docente que pisó por vez primera la universidad.
La pasión con que Jorge de Cascantes ha querido rendirle tributo, con letras e imágenes, en esta maravilla de libro-objeto que es El libro
de Gloria Fuertes, confirma su enjundia literaria, resultado de una mezcla de dolor, amor y lucha contra las injusticias. Para quienes la conocimos ya canosa entre bocadillos de Nocilla, saber de su juventud rompedora y de su resistencia numantina ante la norma redobla su valía. Pasamos las páginas como si se tratara de una biografía, en la que saltando de poema en poema, de dibujo en dibujo y de foto en foto, nos enteramos de episodios que ignorábamos: con su pareja más duradera, Phyllis Turnbull –norteamericana en su día directora del Instituto Internacional de Madrid–, compartió una casa en la sierra madrileña que construyó Matilde Ucelay, la primera mujer arquitecta de España; y fue la cantante Mari Trini, gran amiga, quien la ayudó a morir.
Gloria Fuertes
El libro de Gloria Fuertes. Antología de poemas y vida
BLACKIE BOOKS.448 PÁGINAS. 24, 90 EUROS
Geografía humana y otros poemas
NÓRDICA. 80 PÁGINAS. 18 EUROS
Me crece la barba. Poemas para mayores y menores
RESERVOIR BOOKS. 384 PÁGINAS. 19,90 EUROS
Escribía con el lenguaje de la calle, el único que le interesó, con faltas de ortografía y libertad de pensamiento y estilo