Nombres propios para una novela anónima
ENYEGO D’ÀVALOS
Íñigo Dávalos nació en Toledo en el año 1414 y, aunque creció en Valencia, fue embajador del rey en la Lombardía. “Hay fuentes milanesas y napolitanas. Sin embargo, su decisión de escribirla pudo estar determinada por la entrada triunfal del rey de Aragón en Nápoles (1443), la histórica reconciliación de este (heredero de los derechos de los Staufen y su
Curia imperialis, el Curial) con la Iglesia de Roma (llamada la Güelfa), y el matrimonio del heredero de Nápoles”, nos cuenta el historiador y filólogo Abel Soler, autor de la tesis que asegura que Dávalos es el autor de Curial e Güelfa.
MANUEL MILÀ I FONTANALS
El filólogo, uno de los padres de la Renaixença, nació en Vilafranca del Penedès en 1818. Profesor de grandes intelectuales como Menéndez Pelayo o Costa i Llobera, fue él quien habló por primera vez de la novela en el artículo Notes sur
trois manuscrits, publicado en 1876. Aunque es consciente de que está ante una joya de la literatura universal, no la edita (será otro de sus alumnos, Rubió i Lluch, quien lo haga en 1901). Pese a las tesis de Jaume Riera i Sans y Rosa Navarro Durán, no se ha descubierto ningún documento en el que reconozca que falsificó el famoso códice.
LLUÍS SESCASES Maria-Teresa Ferrer i Mallol, la medievalista catalana recientemente fallecida, se preguntó en el 2011 si Lluís Sescases (secretario y bibliotecario de Alfonso el Magnánimo) pudo ser el autor de Curial e Güelfa. Aunque siempre trabajó la hipótesis desde un supuesto condicional, tanto Abel Soler como Lola Badia defienden el rigor de su ensayo.