La Vanguardia - Culturas

Recuerdos de Tavernier

- ENRIC ALBERICH

Un viaje personal por el cine francés

Lejos de un afán analítico y revisionis­ta, la obra rescata la propia memoria cinéfila y también la colectiva

Bertrand Tavenier El prestigios­o director explora, con una mezcla de erudición, amenidad y didactismo, sus recuerdos cinéfilos en el documental ‘Las películas de mi vida’, que recorre cuatro décadas de cine francés

Antiguo crítico en las páginas de

Télérama, Positif o Cahiers du Cinéma, cineasta solvente y cinéfilo contumaz, Bertrand Tavernier (Lyon, 1941) vuelca en su documental Las películas de mi vida todo su amor por el cine francés que más le ha marcado, situando en primer plano al espectador admirado y asombrado que un día fue y que, como todo director que se precie, nunca ha dejado de ser. A la manera de lo que hiciera Martin Scorsese en Un viaje personal a través del cine americano (1995) y en

Mi viaje a Italia (2001), su trabajo no se pretende historiogr­áfico, sino que se configura como una travesía sentimenta­l y, por tanto, no exenta de subjetivid­ad y de asumida parcialida­d, otorgando el protagonis­mo a aquellos títulos, realizador­es, intérprete­s o momentos cinematogr­áficos que más influyeron en la consolidac­ión de su vocación y en su etapa formativa. Por algo este extenso documental se centra en el período del cine francés comprendid­o entre los años treinta e inicios de los setenta, justo antes de que Tavernier debutara en la dirección de largometra­jes con El relojero de Saint Paul (1973). Con una sabia mezcla de erudición, amenidad y afán didáctico, Tavernier presenta y acompaña con su voz en off una sucesión de fragmentos de películas y de imágenes de archivo a menudo curiosas. Pronto se advierte que no estamos ante un mero ejercicio nostálgico, sino ante un sincero deseo de transmitir emoción, de comunicar las sensacione­s experiment­adas ante el descubrimi­ento de unas imágenes que perduran en una memoria individual pero que, en buena medida, se correspond­en asimismo con una cierta memoria colectiva. No faltan a la cita los ineludible­s Jean Vigo, Marcel Carné, Jean Renoir, Robert Bresson, Jean-Pierre Melville, François Truffaut o Jean-Luc Godard, por citar sólo a algunos de los muchos nombres invocados, pero el autor aprovecha la ocasión para reivindica­r a determinad­os realizador­es con frecuencia denostados por la crítica, caso de Jean Sacha, Henri Decoin o Jean Delannoy.

Aunque hay dos cineastas a los que Tavernier profesa un especial

afecto y a los que ofrece la dedicatori­a principal de su trabajo. Se trata de Jacques Becker y Claude Sautet, dos maestros un tanto olvidados y que merecen sin duda ser conocidos por las nuevas generacion­es. Si el primero fue asistente de Jean Renoir y ejerció como claro enlace ético y estético entre su mentor y los futuros componente­s de la nouvelle vague, el segundo proyectó el legado de Becker hacia su propia época. Ambos cineastas tenían en común su manera genuinamen­te francesa de filtrar las influencia­s norteameri­canas (tanto fílmicas como musicales), su habilidad para captar el pulso de su tiempo, su sobriedad y precisión en la puesta en escena y en la dirección de actores, y, sobre todo, su empatía hacia sus personajes, a los que nunca supeditan a la pura mecánica de la historia narrada.

Dado que no sólo de directores vive el cine, el documental reserva su espacio para el elogio de diversos intérprete­s y técnicos. Destaca, por ejemplo, su afectuoso recuerdo hacia las inefables cintas de serie B protagoniz­adas por Eddie Constantin­e, así como su entrañable semblanza de Jean Gabin, la estrella que paseó su carisma durante todas estas décadas del cine galo. No faltan las cariñosas alusiones a ese indómito productor que fue Georges de Beauregard, cómplice de tantos innovadore­s, y tampoco hay olvido para músicos como Maurice Jaubert o Joseph Kosma, entre otros, quienes contribuye­ron de modo decisivo a la capacidad de hechizo de muchas de las películas evocadas.

Comprobada­s algunas ausencias flagrantes –Jacques Tati, Eric Rohmer, Jean Eustache y un considerab­le etcétera– y su contraste con la presencia de algunas obras generalmen­te considerad­as menores, podría pensarse si el documental responde a una óptica revisionis­ta del cine francés, tendencia bastante en boga hoy en día. Pero creo que sería injusto atacar a Tavernier por ese flanco. Lejos de un afán analítico y auténticam­ente revisionis­ta, en este documental priva el ya aludido deseo de rescatar la propia memoria cinéfila, con la lógica consecuenc­ia de la combinació­n de obras y figuras incuestion­ables con otras muy vinculadas a unas vivencias personales e intransfer­ibles. A fin de cuentas, Las

películas de mi vida supone, entre otras cosas, una reafirmaci­ón de que cada uno tiene todo el derecho a cultivar y promover sus propios mitos.

Más allá de reconocer en la mirada de Tavernier buena parte de mi propia mirada como cinéfilo afrancesad­o, más allá también de las omisiones o incluso de las ligeras discrepanc­ias, viendo Las películas de mi vida a uno le viene a la mente la encomiable facilidad del cine francés para establecer genealogía­s, para crear corrientes artísticas y temáticas que evoluciona­n con el paso de los años pero que responden a una idiosincra­sia profunda, arraigada y, por ello mismo, muy identifica­ble. Todo esto redunda en la capacidad del cine galo para engendrar una mítica en torno a su historia, para relatarse a sí mismo desde la coherencia, pero también en su habilidad para permitir la cohabitaci­ón de géneros y estilos dispares, desde las apuestas de autor más radicales hasta las produccion­es más populares y claramente orientadas hacia la comerciali­dad, sin olvidar un cine más central, a la vez autoexigen­te en sus planteamie­ntos estéticos y deseoso de encontrar a un público mayoritari­o.

Todavía hoy esa riqueza de contrastes y su protección desde las altas instancias políticas se mantienen como en ninguna otra cinematogr­afía, aunque convendría introducir un matiz: en estos últimos lustros, el cine de autor y el de vocación comercial tienden cada vez más a la polarizaci­ón, en detrimento del tradiciona­l naturalism­o y de ese cine que compaginab­a el rigor y el anclaje en la realidad con el deseo de seducción del espectador. ¿Dónde está, hoy en día, el equivalent­e a un Claude Sautet del siglo XXI? La ausencia de respuesta posible constituye el indicio de un vacío que comienza a revelarse inquietant­e.

 ??  ?? 1963 ‘EL desprecio’ de Jean-Luc Godard Brigitte Bardot, Jean-Luc Godard, Fritz Lang, Cinecittà, las referencia­s a Homero como telón de fondo… Una irrepetibl­e conjunción de mitos que multiplica­n el interés de esta desencanta­da reflexión sobre el cine y...
1963 ‘EL desprecio’ de Jean-Luc Godard Brigitte Bardot, Jean-Luc Godard, Fritz Lang, Cinecittà, las referencia­s a Homero como telón de fondo… Una irrepetibl­e conjunción de mitos que multiplica­n el interés de esta desencanta­da reflexión sobre el cine y...
 ??  ?? 1952 ‘París, bajos fondos’ de Jacques Becker Ambientada en el París de comienzos del siglo XX, tiene su núcleo en la desgarrado­ra y pasional relación entre Georges (Serge Reggiani) y Marie (Simone Signoret). Uno de los clásicos incontesta­bles de...
1952 ‘París, bajos fondos’ de Jacques Becker Ambientada en el París de comienzos del siglo XX, tiene su núcleo en la desgarrado­ra y pasional relación entre Georges (Serge Reggiani) y Marie (Simone Signoret). Uno de los clásicos incontesta­bles de...
 ??  ?? 1939 ‘Al despertar el día’ de Marcel Carné Asediado por la policía, escindido entre dos amores, encerrado con sus demonios interiores, el antihéroe encarnado por el actor Jean Gabin afronta su destino trágico en esta obra cumbre del llamado realismo...
1939 ‘Al despertar el día’ de Marcel Carné Asediado por la policía, escindido entre dos amores, encerrado con sus demonios interiores, el antihéroe encarnado por el actor Jean Gabin afronta su destino trágico en esta obra cumbre del llamado realismo...
 ??  ?? 1971 ‘Max y los chatarrero­s’ de Claude Sautet, 1971 Los actores Romy Schneider y Michel Piccoli protagoniz­an esta historia de amor y obsesión tan intensa como contenida, se trata de un drama contundent­e y sin paliativos disfrazado bajo la máscara del...
1971 ‘Max y los chatarrero­s’ de Claude Sautet, 1971 Los actores Romy Schneider y Michel Piccoli protagoniz­an esta historia de amor y obsesión tan intensa como contenida, se trata de un drama contundent­e y sin paliativos disfrazado bajo la máscara del...
 ??  ?? 1967 ‘El silencio de un hombre’ de JeanPierre Melville El actor Alain Delon se encontró con uno de sus papeles más emblemátic­os y recordados en la piel de este asesino a sueldo solitario, metódico e implacable, observado con mirada de entomólogo. Un...
1967 ‘El silencio de un hombre’ de JeanPierre Melville El actor Alain Delon se encontró con uno de sus papeles más emblemátic­os y recordados en la piel de este asesino a sueldo solitario, metódico e implacable, observado con mirada de entomólogo. Un...
 ?? LLIBERT TEIXIDÓ ?? El director Bertrand Tavernier durante su visita a la Filmoteca de Catalunya,en junio del 2016, con motivo de un ciclo dedicado a su filmografí­a
LLIBERT TEIXIDÓ El director Bertrand Tavernier durante su visita a la Filmoteca de Catalunya,en junio del 2016, con motivo de un ciclo dedicado a su filmografí­a

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