Bolonia, el termómetro del futuro lector adulto
He viajado a la Feria del Libro Infantil y Juvenil de Bolonia veinticinco años. Y en ocasiones he tenido la sensación de que, cada vez que explicaba a quienes no la conocían que es un espacio de trabajo amable, se interpretaba erróneamente. Como si por el hecho de disfrutar de ella, esta feria no tuviera la importancia suficiente para encuadrarla en la categoría de evento profesional importante.
Sin embargo, esta feria destinada exclusivamente a las publicaciones para bebés, niños y jóvenes lleva 54 años reuniendo a los mejores profesionales del mundo que, sí, gracias a que creen en la responsabilidad de su trabajo y se entusiasman con él, han hecho de esta especialidad de la edición una de las más consolidadas y con previsión de crecimiento para los próximos años. En el 2016 movilizó a 100 países,
1.278 exhibidores, 26.000 visitantes, 856 periodistas, 160 conferencias, 20 entregas de premios y 6 exposiciones. Es el escaparate mundial que permite, en menos de una semana, conocer las tendencias y obtener un conocimiento directo de lo que los menores de edad leerán al año siguiente, en distintas lenguas y culturas. Es, en definitiva, un termómetro de cómo serán las generaciones de futuros adultos, ya que los expositores presentan tanto las novedades de ficción como de no ficción: publicaciones literarias, álbum ilustrado, obras de divulgación, de conocimientos, lúdicas…; en formatos de tela, cartón, papel, digitales (apps, e-books, realidad aumentada, 3D), siempre con un destinatario: el público de 0 a 18 años.
El hecho de que este 2017 Catalunya y las islas Baleares ostenten el protagonismo como cultura invitada hará que todas las miradas se centren en nuestra creación propia de libros infantiles y juveniles, escritos, ilustrados y publicados por nosotros. Es una oportunidad para trasladar al mundo la manera de interpretar los colores de nuestros ilustradores y la manera de contar historias de nuestros escritores. Pero también es una manera de hacer mucho más rentable la visión de las empresas editoriales y de los editores en catalán, que eligen, corrigen y publican las obras que presentaremos a otros países. Porque la labor fundamental en este evento para la industria editorial es demostrar su universalidad, traspasar fronteras, aumentar exponencialmente su mercado y vender los derechos de publicación para que lleguen a un mayor número de lectores.
No ha sido el azar, ni la fortuna, lo que ha llevado a la directora de la feria de Bolonia, Elena Pasoli, a proponer como Guest of Honor 2017 la edición de la literatura infantil y juvenil en catalán, sino su conocimiento de la profesionalidad que año tras año han demostrado editoriales muy diversas, como Joventut, Planeta, Edebé, La Galera...; la creatividad de escritores como Jordi Sierra i Fabra, Care Santos, Andreu Martín, Maite Carranza, David Cirici...; el arte de ilustradores como Ignasi Blanch, Francesc Rovira, Marta Altés, Roger Olmos, Mercè Arànega... y la capacidad catalana para coordinar un evento y diseñar espacios tan impactantes como el que la arquitecta Clara Solà-Morales ha inventado para el proyecto comisariado por la librera Paula Jarrín.
Habrá un antes y un después. No podía ser de otra forma, cuando la cultura invitada es tan pequeña que ha de demostrar que ha sido elegida por méritos propios. Si además los que acudimos lo pasamos bien, llevamos la sonrisa puesta en todo momento durante esos trepidantes días y nos brillan los ojos, no es solo porque somos infantiles, ni por los cafés italianos o las copiosas cenas de pasta regadas con un buen vino, sino porque somos profesionales que nos lo hemos ganado y estamos orgullososdeello.