“En Barcelona me han tenido más paciencia que en Rosario”
Lilian Neuman (Rosario, Argentina, 1960), crítica de novela policiaca de este suplemento, finalista del premio Nadal 2000 con Levantar ciudades, ha publicado su segunda novela, Viejas revistas.
¿Qué le llevó a rememorar desde Barcelona su infancia argentina?
Había una serie de personajes que no podía abandonar. Ahora creo que pedían justicia.
¿Por qué ese título?
Durante años coleccioné viejas revistas. Son una fuente de valiosos detalles.
¿Qué tiene Rosario de específico en comparación, por ejemplo, con Buenos Aires?
Desde los años noventa, cuando empezó a abrirse al río Paraná –por el mismo equipo que abrió Barcelona al mar– se ha ido convirtiendo en un lugar casi perfecto. No demasiado grande, asequible, con el río siempre a pocos pasos. Rosario también es dura y con grandes zonas marginales. (Y no olvidemos que fue gran capital de la mafia). A la vez, un ciclo de lecturas de cuentos en un bar, un viernes por la noche, es un lleno absoluto. A veces uno no sabe dónde está. Nos conocemos todos. Tenemos peces de río como el pacú y el surubí. Tenemos gente maleducada. Tenemos un librepensador inspirado que nos lleva de noche, vestido de frac, a visitar el cementerio. Y tuvimos un doble de Frank Zappa.
Reseña habitualmente novelas policiacas. Su libro contiene algún enigma pero no es una novela negra. ¿Cómo influye su dedicación crítica en su narrativa?
Los investigadores, al final, cuando miran hacia atrás, descubren que todos los detalles y las pistas estaban allí. De esa mirada tardía trata también este libro.
Habla de los desaparecidos, de Isabel Perón…¿Cuálessuposiciónrespectoala historia argentina contemporánea?
“Que vaya por delante que todo tiempo pasado fue criminal y repugnante”, escribe Manuel Vázquez Montalbán. Me refiero a la dictadura entre 1976 y 1983, por supuesto. Causó un daño feroz, y a muchos a largo plazo. Nos dejó ausentes y asustados. No he votado al gobernante actual ni estoy de acuerdo con el acoso y derribo a la presidenta anterior a él.
¿Trabajó, como su personaje, de documentalista para un arquitecto?
Fui su redactora. Y nunca acabaré de agradecerle dos cosas: paciencia y confianza.
En sus páginas aparecen unas cuantas topadas con la policía por cuestiones burocráticas. España, Barcelona, ¿tratan mal a sus compatriotas?
Una “vieja revista” de los ochenta de por aquí dice: “Usted nunca verá un argentino subido a un andamio”. Sinceramente, a mí, en este lugar del pla- neta me han tenido mucha paciencia. Más que en Rosario, seguro. Además, existen leyes de extranjería y gente muy obsecuente y convencida. Sobre todo en los aeropuertos europeos, donde es mejor tenerlo todo en regla si no quiere –el extracomunitario– ser implacablemente deportado.
Se diría que mitifica un poco la Barcelona anterior a su llegada, la de la Transición, Jornadas Libertarias, ‘Ajoblanco’, etcétera, en relación al presente. ¿Es así?
Los que viajaban aquí después nos contaban cosas increíbles. A nosotros, los pobre chicos que vivíamos en dictadura.
Cuéntenos algo sobre Héctor Zinni.
Lo conocí como librero de segunda mano. Y siempre había sido cronista de la ciudad. Si lo veías en su negocio o por la calle, era cero en glamour. Un hombre grueso, afable, tranquilo y de mejillas sonrosadas. Libros suyos como El Rosario de Satanás o Prostitución y rufianismo son grandes relatos de la vida oscura de la ciudad. Zinni también recuperó el mundo del espectáculo, los artistas de la radio, de variedades y del teatro rosarino itinerante. Me gustaría que, como la última vez que lo vi, también yo alguna vez pueda ponerme de pie sobre el mostrador de mi vieja tienda, y darle un abrazo a una fiel lectora del otro ladodelAtlántico.
Lilian Neuman Viejas revistas ALCIÓN EDICIONES. 270 PÁGINAS. 14 EUROS