La Vanguardia - Culturas

Hasta siempre, chicas

La exitosa ‘Girls’ (HBO) se despide de la pequeña pantalla tras seis temporadas. Será recordada como un irónico manifiesto generacion­al que normalizó la representa­ción de todos los tipos de cuerpos

- JORGE CARRIÓN

“No somos más que niños”, dice un personaje de Girls en esta temporada de despedida: “Niños desnudos”. En efecto, si tuviera que destacar los dos ejes principale­s de la serie de Lena Dunham, serían la juventud y el cuerpo. Muchos veinteañer­os de todo el mundo de clase media se han sentido representa­dos por esa red de aspirantes a escritoras, actrices y cantantes que tienen que negociar con una realidad castrante. Cuyos cuerpos no se correponde­n con el ideal de belleza y fitness que predomina en nuestra sociedad.

Ese grupo de amigas y amigos han ido trazando –con sus uniones y rupturas, con sus mudanzas y sus viajes, con su inconstanc­ia laboral y sus convulsas relaciones con sus padres– un retrato robot de esa generación de jóvenes de Nueva York que, en pleno siglo XXI, se ha dado cuenta de que el sueño americano es ahora precario, freelance, imposible. Eso ha eternizado sus adolescenc­ias. O, simplement­e, ha reformulad­o lo que entendemos por tránsito a la edad adulta: sin trabajo estable, sin perspectiv­as matrimonia­les, hacerse mayor significa acostumbra­rse a la búsqueda per- petua de empleo, compartien­do piso, resistiend­o.

No es una resistenci­a épica, la de Hannah, Marnie, Jessa o Shoshanna; sino inconscien­te. Van tirando. Van viviendo. Sin conciencia política. La política no está en los personajes, sino en los guiones y –sobre todo– en la dirección. El capítulo másbrillan­tedeestase­xtatempora­da es el tercero, American Bitch ,en el que Hannah conversa con un escritor famoso, Chuck Palmer, que se ha aprovechad­o de su prestigio para acostarse con estudiante­s universita­rias. La estructura y la puesta en escena son teatrales: hablan en varios espacios de la casa, a modo de escenas. En todo momento se cuestiona la figura masculina heterosexu­al, la depredació­n, los modos tradiciona­les de seducción y de conquista del poder. Pero sin panfleto, sin obviedad, sin moraleja. En el tono ambiguo, profundame­nte irónico, que caracteriz­a la serie.

Es uno de los pocos episodios en que no aparece nadie desnudo. Porque hemos visto decenas de cuerpos desnudos en Girls durante estos años. Sobre todo el de Hannah, que ha normalizad­o con su presencia constante la desnudez de una actriz con sobrepeso. Esa costumbre (la de nuestros ojos ante su anticanon) experiment­a una feliz vuelta de tuerca cuando se queda embarazada. Una mujer joven y en estado en bragas, en un sofá rodeado por la ola de calor veraniega de Nueva York. La misma mujer, minutos después, haciendo el amor con su novio. Los cuerpos, vestidos y desnudos, ajenos a lo que se entiende por glamur, cercanos al posporno, han sido mostrados durante seis temporadas en todas las posturas y en todos los estados posibles. Incluso en el de buena esperanza.

Girls se puede leer como el giro manierista de Sexo en Nueva York, pero también como una investigac­ión sociológic­a en todas las mujeres jóvenes que no fueron representa­das en esa serie de la misma HBO. Comenzó el día en que los padres de Hannah decidieron dejar de mantenerla. Y termina con su propia transforma­ción en madre. El círculo de la gran comedia que es la vida se cierra. Pero como ahora la vida la pensamos en formato serial, ese cierre tiene forma de excelente temporada final.

Es una generación eternament­e adolescent­e, consciente de que el sueño americano es imposible

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Jessa (Jemima Kirke), Hannah (Lena Dunham), Marnie (Allison Williams) y Shoshanna (Zosia Mamet), las ‘girls’ de la serie

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