De Delft a Sevilla
Coinciden en librerías dos novelas sobre artistas de los siglos de oro holandés y español. Simone van der Vlugt, en la estela de Tracy Chevalier, retrata a una ficticia pintora de porcelana de Delft que se formó con Rembrandt, Vermeer y Fabritius. Eva Día
Dos novelas sobre artistas del siglo de oro
“Si se vive conmiedo, sólo se vive amedias”, leemos en la página 111, y ciertamente la frase podría servir de motto de esta novela y de su personaje principal. Harta de ordeñar vacas y fabricar quesos, una bonita aldeana de la comarca de Alkmaar decide echarse a la aventura y dejar atrás por ende un prematuro matrimonio desgraciado que termina turbiamente. Catrijn Barentsdochter no tiene en principio otro objetivo que emplearse deamade llaves, y así lo hace en la confortable residencia de un comerciante de Amsterdam. La afición a hacer bodegones de la señora de la casa, despierta sin embargo en ella una genuina vocación artística, y cuando se trasplante a Delft para integrarse en el equipo doméstico de un fabricante de cerámica, se las apañará enseguida para descollar pintando cuencos, platos y jarrones que su patrón produce para el mercado local e internacional.
Con estos mimbres, Simone van der Vlugt (Alkmaar, 1966) compone una entretenida künst
lerroman centrándola en una figura femenina imaginaria que ha de batallar en una sociedad protestante muy patriarcal y cerrada. Los pintores ya establecidos y con clientela reconocen sin duda en ella a un talento genuino, y empezando por Rembrandt, le echan una mano, la admiten en sus talleres y la adiestran en sus técnicas. Pero vivir exclusivamente del pincel era incluso en aquella pujante Holanda del XVII privilegio de muy pocos, y un hecho lo demuestra: cuando la joven llega a Delft, va a parar a una hospedería cuyo posadero es nadamenos que Johannes Vermeer (que sólo por añadidura pinta y ejerce de marchante). Recién emancipada del yugo español, la república neerlandesa es terreno propicio para toda clase de iniciativas, y es ese espíritu emprendedor que está en el aire, el que capta aquí estupendamente Simone van der Vlugt. Algunos holandeses intrépidos optan por ejemplo por correr mundo y medrar en las Indias Orientales, y así lo hace sin ir más lejos Matthias von Nulandt, un soltero de oro hermano de los dos patronos que sucesivamente acogerán a Catrijn, y del que la joven se prenda con arrebatadora pasión. En todo caso ella no se deja-
En búsqueda de una nueva vida, una joven sale de su comarca para trabajar como artesana en el gran Amsterdam