Piedra, papel... y más de 300 lápices
El alivio de la belleza. La pintura al fresco transforma la dureza de un muro en una atmósfera, un paisaje o un espacio sin límites en el que la imaginación nos dice que la realidad es mucho más agradable. Así, cualquiera diría que la pared ha desaparecido. Mediante un mecanismo similar, las losas de gres que el artista Lluís Lleó (Barcelona, 1961) expuso entre las calles 52 y 56 de Park Avenue en Manhattan durante la primavera y parte del verano pasados ofrecían refugio y cobijo en medio de los rascacielos y el tráfico intenso. Evidentemente marcado por su pasión por la arquitectura y los años que dedicó a estudiarla, Lluís Lleó considera una obra acabada y se siente satisfecho
cuando en ella ve “un lugar en el que me gustaría entrar y quedarme, porque estás protegido”, afirma.
Después de vivir 28 años en Nueva York y tras el logro que para él ha supuesto la instalación de los cinco bloques de piedra –bajo el título Morphos’ Nest in a Cadmium House y coincidiendo con una exposición en el Instituto Cervantes de la ciudad norteamericana–, creyó ver en Barcelona el lugar para regresar y para que su hija de 16 años y su hijo de 14, nacidos y crecidos como neoyorkinos, conocieran su ciudad natal: “Me ilusionaba pensar que podría trabajar aquí, ahora pudiendo tener acceso a todo lo que necesito para mi trabajoy disfrutando del o que he conseguido desde que me fui tan solo con