Relatos de amor y de muerte
A mediados del siglo XII, se pone por escrito una leyenda irlandesa que hablaba del amor entre Tristán e Isolda, la esposa de su tío el rey Marc de Cornualles: “Te he amado porque tu eras su sobrino, y porque hacías más por su gloria que todos los demás”, apostilla el poeta anglonormando Thomas poniendo en boca de la mujer la confesión clave de esta trágica historia de amor y muerte que ha dominado durante siglos el imaginario europeo.
Pero en aquel tiempo de caballeros y princesas lo que los textos llamaban amor era sencillamente la respuesta de las mujeres al impetuoso deseo de los jóvenes que las acosaban con requiebros y zalamerías. En una novela que se dice cortés, la de Béroul, escrita hacia 1180, se introduce un filtro de amor para doblegar la voluntad de la mujer creando a partir de ese detalle una trama sobre relaciones de convivencia social. Con Béroul, y sin duda con su seguidor alemán Eilhar de Orberg, Isolda aparece dominada por el deseo; por eso huye de casa y entra en el bosque, lugar de iniciación, donde une su cuerpo al del amante. Así se difunden los gestos y palabras que forjan este bello escribe María de Francia en su lai “sobre el amor tan tierno que se profesaron Tristán y la reina, y por el que tanto sufrieron hasta morir, al fin, un mismo día”.
Lo que se decía de ellos, y se transmitió de generación en generación acerca de su apasionada relación, alcanza en esos años el poder del , el arte de la narración, capaz de incorporar el ritual del juego del amor, invirtiendo la jerarquía de los sexos. Isolda controla los tiempos de la seducción, organizando los actos de lo que Gottfried von Strasburg llamó
amor cortés, al adaptar la leyenda al gusto de la sociedad caballeresca alemana promovida por los círculos del emperador Federico Barbarroja y su hijo Enrique VI. Su texto es la versión más celebrada e influente de la leyenda, por ser una glorificación entusiasta del adulterio y la deslealtad, sostenida por equívocos como el creado por Brangene al suministrar a la pareja el filtro de amor que estaba reservado para la noche de bodas de Isolda y el rey.
Durante la travesía, en el castillo de popa, tantas veces recreado por la pintura decimonónica, se lleva a cabo el juramento: ambos serán “un solo corazón, fidelidad, cuerpo y vida”. Aquí Gottfried deja el relato sin terminar con la conciencia de haber demolido todos los ideales de la caballería al servicio de una pasión inasible, tórrida, fraguada por una droga. Pero su texto fue un referente de la literatura europea desde que Dante, que tuvo acceso a él por el
sitúa a la pareja en el en el canto 11 de la lo que llevó a Baltasar de Castiglione en su
a indagar en el sentido de la de Tristán, en el modo de simular ante su tío las relaciones que mantenía con Isolda. Y por esos caminos la leyenda llega al siglo XIX, convertida en el ejemplo más acabado del amor romántico en los poemas de Alfred Tennyson, la pintura de Burnes-John o la ópera de Wagner. Al final el poder del relato hace que todos coincidan en que no hay otra solución, como se dice en el célebre segundo acto, que esta historia sólo puede terminar abrazados en el amor. Eso es quizás lo que llevó a Alice Leighton Cleather, miembro relevante de la sociedad teosófica, a analizar los motivos por los que Wagner se alejó de los viejos relatos que procedían de la edad media para articular una historia de “un amor que sólo es accesible por las puertas de la muerte”. porque “está dotado de mayor teatralidad”.
Si en Àlex Ollé se tuvo que amoldar a lo escrito por Wagner, ha construido a medida unodelosproyectosqueleaguardan en su agenda: un que estrenará a principios del 2019 en La Monnaie de Bruselas. La adaptación de la novela de Mary Shelley fue una propuesta del propio Ollé al director de La Monnaie y juntos encargaron la partitura y el libreto. “En esta, el coro siempre está presente”, admite Ollé, a quien también le aguardan otros nuevos retos:
compuesta por Stravinsky en 1917, y de Arrigo Boito,discípulodeWagner. LICEU. DEL 28 DE NOVIEMBRE AL 15 DE DICIEMBRE