¿Qué diría Candel?
Una catalanidad única y cívica
JOSEP MARIA CUENCA
En tiempos convulsos que invitan a la perplejidad, a menudo resulta inevitable preguntarse qué pensarían ahora y aquí personas ya ausentes que pintaron algo valioso en nuestras vidas, ya fuese desde el ámbito privado o el público o desde ambos a la vez. Yo, de tarde en tarde, echo mano de ese recurso hostil al desamparo; en mi caso añoro el parecer de Orwell, de Camus, de Benjamin o de Auden. El recurso en cuestión, además, es tan flexible que admite la especialización. Por eso en estos días exacerbados en que medio mundo (el acomodado) contempla con asombro diverso a Catalunya no he podido evitar pensar más de una vez en Paco Candel, de quien tuve el privilegio de ser amigo durante los últimos cuatro lustros de su existencia.
1964: ‘Els altres catalans’
Mucho se ha hablado del estímulo civil que supuso Els altres catalans a partir del día de Sant Jordi de 1964, fecha de su aparición. Sin embargo, el impacto del libro de Candel empezó a cuajar mucho antes de publicarse. La cosa tuvo su inicio en un célebre artículo que Candel había publicado en la revista La Jirafa en 1958 y que actuó como detonante para que Edicions 62 le encargase la redacción de Els
altres catalans. Desde ese momento el grueso del antifranquismo político quiso hablar con Candel. Así, Joan Reventós le entregó una cantidad modesta de dinero recaudado entre sus allegados ideológicos, mientras que Jordi Pujol (hoy como ayer peculiarmente desentendido de los asuntos monetarios) puso a disposición del escritor