Autora tardía
Una vez el libro en mis manos pienso que el título me despierta recelos:
Recelos que se acrecientan al leer en la parte superior de la cubierta un cintillo con la frase: “Relatos neoyorquinos de camas y canas”. La autora es Arlene Heyman (1942), antigua discípula, amiga y admiradora del gran narrador judío Bernard Malamud (dedica a su memoria uno de los mejores cuentos del volumen, el titulado historia de la relación de una joven pintora con un artista de más edad, consagrado y con familia), psiquiatra que aún hoy ejerce en Nueva York y ahora publica esta su primera obra literaria. En principio todo parece sugerir, incluido el prólogo, que el atractivo de los siete cuentos de Heyman aquí recopilados es que abordan sin eufe- mismoselsexopracticadoporpersonas ancianas que ven al otro lado de la cama, ante sí, la silueta basculante de la muerte velando armas.
Vuelvo a mis recelos: ¿se trata, quizá, de pornografía geriátrica? Hojeo el libro con curiosidad y luego, guiándome por la intuición de avezado –y por supuesto viejo lector – decido leerlo desde la primera página. Es muy cierto que en
una venerable dama maneja hábilmente un lenguaje directo aunque muy elaborado para hacernos partícipes de sus experiencias conyugales y sueños eróticos de alta intensidad. El segundo cuento es el citado
que pone ya en evidencia la calidad narrativa del estilo de Heyman, sus conocimientos de las interioridades del mundillo del arte y la manera, cargada de sutileza, con que explora los subsuelos del comportamiento humano. A esas alturas, forzosamente, uno tiene ya la convicción que la vejez y el sexo no son ni mucho menos los dos ejes únicos en torno a los cuales giran los Constituye una curiosidad que Arlene Heyman que creció en Nueva Jersey, estudió Literatura Creativa y aunque ha ejercido la psiquiatría nunca se ha distanciado de la escritura, no haya decidido publicar sus primeros siete cuentos –lúcidos, magníficos– hasta cumplidos los setenta años. ¿Por qué? Según parece ahora, tal vez animada por la repercusión de su libro, escribe una novela. Espero leerla.
Heyman, narradora de calidad, crea seres humanos complejos con su doble carnalidad física y psíquica
cuentos de Arlene Heyman pese al título–¿oportunista?–quelosengloba.
Heyman lleva a cabo lo que hace todo gran narrador: construye seres humanos complejos, mujeres y hombres con su doble carnalidad física y psíquica, y los inserta con breves toques en contextos sociales e históricos que determinan sus personalidades. En este sentido hay tres piezas en mi opinión ejemplares, La primera, una hija de sesenta y tantos años visita a su madre de casi cien en la residencia de ésta, y se obli-