Leyen as del teatro
O quizás grandes damas de la escena, término algo rancio pero que se ajusta a la realidad. La cuestión es que en el plazo de pocos meses he podido ver en Barcelona a tres formidables figuras que, casi octogenarias o ya instaladas en ese decenio de la vida, siguen deslumbrando.
A una de ellas la había atisbado por primera vez en la televisión en blanco y negro de los años sesenta, en aquellos Estudio 1 que tan buena difusión dramatúrgica hicieron y a los que ninguna cadena pública actual ha dado continuidad. Julia Gutiérrez Caba vino al Poliorama en marzo con Cartas
de amor, comedia dramática de A.R. Gurney sobre una “tensión sexual no resuelta” a lo largo de casi una vida, pequeño clásico contemporáneo del que dicen que resulta perfecta para intérpretes veteranos porque pueden leer descansadamente sus cometidos. Compartía cartel con Miguel Rellán y nadie hubiera dicho que ella le lleva más de diez años.
Concha Velasco, en el Borràs, encarna la Reina Juana de Ernesto Caballero, un texto histórico-divulgativo. Velasco, que se inició en la comedia ligera con aquellas películas corales junto a Tony Leblanc, ha hecho todo el periplo y ahora, indiscutiblemente solvente en modo trágico, derrocha energía en solitario a lo largo de una hora y media.
Núria Espert en la estremecedora Incendios, de Wajdi Mouawad, en el Goya. A diferencia de sus dos colegas, que vienen de una cultura con regusto clásico, Espert representa para la gente de mi generación una sensibilidad rompedora y novedosa, especialmente a partir de la
Yerma dirigida por Víctor García y estrenada aquí en 1973.
Constituye un privilegio asomarse al trabajo de estas grandes damas, en su dorado otoño vital tan cargado de experiencia, con centenares de vidas ajenas a sus espaldas.