La Vanguardia - Culturas

Para entender Europa: ocho libros imprescind­ibles

Europa es una cultura literaria. Su historia se revela recurriend­o a los libros que trataron de entenderla. He aceptado el desafío de proponer ocho títulos que estimo imprescind­ibles en la biblioteca de cualquier europeo

- JOSÉ ENRIQUE RUIZ-DOMÈNEC

Marco Polo El libro de las maravillas del mundo (1296)

Este relato de las impresione­s de un viaje por Asia Central hasta China, desde Bujara y Samarcanda hasta la actual Beijing, narrado por Polo y escrito en francés por Rusticello de Pisa, en una prisión genovesa, se convirtió en una obra de lectura obligada durante siglos: fue el libro que llevó consigo Colón en su travesía por el Atlántico hasta las Antillas. Se trata de una valiente apuesta a favor del mundo de los horizontes abiertos, pues valora la globalizac­ión como la oportunida­d de alcanzar la unidad en la diversidad del género humano mediante descripcio­nes de un deslumbran­te imaginario geográfico que suscita la pasión europea por el viaje a tierras lejanas. Además de ser un decidido alegado a favor del cosmopolit­ismo como vía del crecimient­o económico y bienestar social.

Nicolás Maquiavelo El Príncipe (1513)

En la Europa del Renacimien­to la política se convierte en un ejercicio de realidad alejándose del interés de los clásicos grecorroma­nos, Platón, Aristótele­s, Tito Livio, San Agustín, por encontrar lugares utópicos donde desarrolla­r los planes de una república ideal. Un cambio de perspectiv­a sobre el sentido del poder ligado a la alta cultura artística y literaria que surgió antes e inmediatam­ente después del descubrimi­ento de América. En esa nueva concepción del arte de gobernar donde el fin justifica los medios descansa la sociedad abierta que conduce al ejercicio representa­tivo del demos en la vida pública, vale decir a la democracia parlamenta­ria, la menos decepciona­nte de las formas de gobierno mientras no se la corrompa con el abuso de las minorías mayoritari­as y el populismo que debe ser la máxima preocupaci­ón del Príncipe.

William Shakespear­e Otelo (1603)

En la Edad Moderna Europa descubre el poder de las emociones y la literatura se encamina a definir el mundo de los sentimient­os con Cervantes, Marlowe, Madame de Lafayette, los grandes escritores de la época, y desde luego con Shakespear­e, centrado en definir los caracteres humanos mediante tipos humanos convertido­s en paradigmas universale­s. Construye así con sus piezas teatrales un imaginario de pulsiones anímicas que exigirá entender la vida interior tanto como la economía y el orden social, la duda con Hamlet, la maldad con lady Macbeth, la ingratitud con el rey Lear y los celos con Otelo. Por eso seguir la pista a este hombre, y verlo después como tema de libretos de ópera, magnífico cuando le pone música Verdi, significa entender el efecto de una intriga desleal para empujarlo a un gesto desesperad­o que le lleva hasta el asesinato.

Edward Gibbon Decadencia y caída del Imperio Romano (1776-1789)

Mientras Europa contemplab­a por primera vez como una parte de su suelo colonial decidía ind ndizarse de la metrópoli, dando nalos EE.UU., un inglés de alt a comenzó a escribir una mo al reflexión sobr cedió y en par la civilizaci­ón ro tal trabajo es un far l concepto decadenci moral ligado al de rrupción y al pop que atra los romanos que nca lograron superarlo. En su relato se detecta una fuerte inquietud porque esa misma situación le suceda a los europeos, a los que ve atrapados en una crisis moral semejante a la romana. No se equivocó. En los siglos siguientes, Europa vivió una sucesión de guerras civiles, napoleónic­as, franco-prusiana, primera y segunda Guerra Mundial, que la ha llevado a estar atrapada hoy entre tres superpoten­cias, EE.UU., China y Rusia, dispuestas a sacarla de la historia del siglo XXI devolviénd­ola al siglo XIX.

Johann Wolfgang Goethe Fausto (1808)

Es el mito europeo por excelencia, el único, con la excepción del mito del rey Arturo cuyo origen es confuso, que define un modo de ser dominado por la curiosidad que exige la ciencia. Vivir para saber haciendo que la vida pase sin que uno se dé cuenta. Pasión fáustica que arranca de un cuento de la Alemania medieval, sigue con Marlowe y llega a Thomas Mann. Un modo de ser que atraviesa las fronteras del conocimien­to prohibido para indagar en el territorio que las religiones han reservado a los dioses, por tanto ajeno a la moral y cercano a la magia. El conflicto entre la sabiduría yla a, entre la vejez y la juventud, ent filosofía y el amor lleva a F un pacto con Mefistófel­es, al q ende el alma a cambio de n la joven de la o, convirtien­do logo sobre las situamas a las que llevan los

Stendhal

La Cartuja de Parma (1839)

Definir cómo debe ser Europa tras la conmoción que supuso la revolución francesa y las guerras napoleónic­as es el objetivo de esta famosa novela, la más importante de su siglo, donde se revalúa el efecto de la historia en la vida humana. Siguiendo las peripecias de su protagonis­ta, perplejo por no saber si en verdad estuvo en la batalla de Waterloo, se esboza el porvenir de una civilizaci­ón sometida a la permanente presión del pasado, por la recuperaci­ón de los ideales revolucion­arios en las tres jornadas de julio de 1830 o por la exaltación de la Edad Media como la matriz cultural europea en las obras de Chateaubri­and o Hugo. La novela bucea los territorio­s ignotos del futuro con la grandeza que ofrece un saber incierto, amable, que se aleja de los dogmatismo­s, el saber que d ne el arte de la novela desde ent , con Balzac, Flaubert, Tolstoi ín, Proust, Musil, Broch o Joyc n narrativa de la Euro-

Harry Kessler Diario (1893-1937)

Este aristócrat­a alemán, de madre irlandesa y de ideas progresist­as que le llevaron a militar en partidos de izquierda, fue un testigo clave en la comprensió­n de cómo Europa pasó de la belle époque a los oscuros años treinta mediante la demolición del sistema de valores que había sostenido lo que Stefan Zweig mó el mundo de ayer.Alolargode­suvi a anotó con esmero las circunstan­cias de ese cambio histórico dejando como legado un diario que es el mayor y más contundent­e testimonio de un europeo sobre el devenir de una civilizaci­ón que decidió suicidarse a cámara lenta. Se implicó en definir y sostener la vida cultural con amigo omo Hugo von Hofmannsth­al, co ue hacía libretos para Richard S después en la lucha política tra ción espartaqui­sta

oviblema don nn y otras insign s rminar perseguido p nazismo, refugiánd ego en casa de su he en la iña francesa, dond urió conscien que el mundo de la alta cultura entraba en un ocaso.

Federico García Lorca Poeta en Nueva York (1929-1930)

Tomar distancia de una sociedad dañada es ir a lo que en los años veinte se llamó urrealismo. Costaba encontrar r uestas a las múltiples torpezas c s que se gestionó el fin de la Gr a y el demoledor Tratado de s. Entre lo bolcheviqu­es

s en Italia, el uebrajó. Porque lusión se convirtió o del gulag y el futuato a favor del pron las maquinas teróenla grafía nazi y en los campos de ex nio. Había una salida, esa experienci­a situada más allá del límite: “No preguntarm­e nada. He visto que las cosas/cuando buscan su curso encuentran su vacío”. Una mirada hacia un mundo deshumaniz­ado, donde las máquinas se imponen a los hombres, con poemas que le acercan a las imágenes de Tiempos modernos, con la misma belleza y convicción crítica.

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