Breaking bad
Bromeando muy en serio, el honest
trailer de Breaking bad lo deja claro: la serie habla básicamente de cómo varios hombres blancos asesinan a varios hombres latinos. La vorágine violenta que provoca Walter White con su decisión de cocinar metanfetamina de altísima calidad se cobra, en efecto, víctimas sobre todo mexicanas, mientras sacude el panorama del narcotráfico en la frontera. Y los pulsos y las relaciones más importantes que mantiene el protagonista (Gustavo, Mike, Saul, Jesse, Hank, Héctor Salamanca) son masculinos. Perversamente, la serie provoca que la principal víctima psicológica de Walter, su esposa Skyler, nos parezca cada vez más antipática, porque toda nuestra simpatía es secuestrada por el diablo.
Durante la década pasada ese fue el signo de las mejores series norteamericanas, pero durante esta eso ha cambiado radicalmente. En este 2018, que Better call Saul tenga sólo un personaje femenino relevante supone una anomalía. Y que ese personaje, Kim, la pareja de Jimmy, repita la condición de víctima de un hombre inmoral con tendencia al crimen podría considerarse una torpeza conceptual de Gilligan y Gould. Aunque lo cierto es que Kim y Skyler son dos personajes fascinantes, poliédricos, que inyectan un poco de oxígeno en ese universo excesivamente machoman. futuros cómplices con la templanza que permiten sus personajes, mucho menos temperamentales e histriónicos que Heinsenberg, el Mr. Hyde de Walter White. Las historias de Jimmy y Mike son paralelas, se cruzan en pocas ocasiones; pero eso no pone en peligro la cohesión del argumento, porque sabemos que sus caminos están destinados a converger en Breaking bad.