Música y máquinas
Apología provocadora del giradiscos y el sampler
Si fuera más breve, casi diríamos que
Más brillante que el sol es un panfleto. Un libro iconoclasta que parte del objetivo de desmentir el epígrafe según el cual “la música habla por sí misma”, repetido con más insistencia si cabe para referirse a la música negra (para “analizar el groove”) y que según el autor demuestra la incapacidad de periodistas, críticos y estudiosos “para describir cualquier tipo de ritmo”.
Pero el libro surge también como reto ante la idea subyacente según la
Eshun explora y analiza la ‘música negra’ huyendo de los tópicos y de los nombres más populares El libro es una apología de la máquina: el giradiscos y el sampler como instrumento definitivo y definitorio
cual demasiada intelectualización mata a la música y sólo contribuye a la perpetuación de lo viejo en detrimento de lo nuevo (del r&b frente a techno, por ejemplo). Ante esto, Kodwo Eshun apuesta por la música que “viene de afuera” frente a la música de lo “humano”. Por la música del futuro. Música postsoul. Música Alien. Y si algo hay de humano en esa música del futuro –que debería ser ya la de hoy– es su corporeidad, músicacuerpo frente a música-cerebral (“la música cerebral te atonta”). Y a lo largo de sus páginas desfilan nombres como George Russell, Miles Davis, Sun Ra, Alice Coltrane, Grandmaster Flash, Tricky, 4Hero, Parliament…
Pero no equivocarse, no se trata simplemente de una reivindicación del hip hop y derivados. Renuncia explícitamente a ello para intentar ir más allá. Es una exploración, una aventura, por los territorios que hacen avanzar el arte, las artes. Es un texto arriesgado y salvaje. Marciano incluso. Sorprendente a pesar de su edad (veinte años ya, el original inglés es de 1998). Es un arrebato del que sin embargo surgen, por encima de sus constantes juegos con el lenguaje y los conceptos, ideas inspiradoras acerca de la creatividad (musical) y el sentido de la música contemporánea.
Pero aun siendo su objeto esencial de análisis la música negra, Eshun huye de la negritud (blackness) como concepto fundamental, para profundizar no tanto en las raíces como en los desarrollos, y en las máquinas más que en los individuos. De algún modo, el libro es también una apología de la tecnología en el campo musical, entendida como un instrumento más, casi como esencia de la música, no como simple intermediación. (“La Música Negra está en las máquinas”). El giradiscos y el sampler como instrumentos definitorios y definitivos. “Practicar el scratching es pensar con el vinilo”. La colección de discos como un banco de memoria. Y John Cage como precursor de Grandmaster Flash.
En ningún caso rehúye polémicas. Porque en realidad la fórmula escogida por Eshun es la provocación en toda regla dentro del mundo del ensayo musical, provocación que persigue, más que sentar cátedra, avivar el debate y desenmascarar pensamientos rancios y esclerotizantes. Así, no duda en cargarse el jazz hecho en las dos últimas décadas del siglo XX o determinadas formas caducas del soul o el funk que se siguen perpetuando comercialmente.
Y para argumentar cuanto dice desmenuza discos y temas musicales, acude si cabe a literatura ajena y establece relaciones entre las diversas ramas de lo artístico, de lo sonoro a lo plástico y lo literario. Y si es necesario, ilustra con una cita extraída del cinematográfico Terminator. O establece conexiones con el mundo de los cómics (los superhéroes mutantes de Marvel, por ejemplo). O los video-
juegos. Y, por supuesto, con el grafiti.
A menudo parece que el libro se envuelve en una paradoja, persiguiendo liberar a la música de la teoría cuando página a página parece quenohacemásqueteorizar,ysifunciona, es porque lo hace con tales dosis de atrevimiento, de irreverencia, que consigue atrapar. En este sentido también, es necesario no dejarse apabullar por el tsunami semántico utilizado, cargado de neologismos desafiantes, y sí en cambio dejarse llevar por las sensaciones que desprende. En un símil musical, abandonarse al ritmo sin atender excesivamente a la melodía.
Sólo queda preguntarse, en un libro que mira constantemente al futuro, cuál sería el apéndice a añadir por el autor tras los últimos veinte años transcurridos desde su redacción original. Y, en cualquier caso, en estos tiempos de reggaetón, trap y similares, no está de más acercarse a esta obra como fuente de rescate/descubrimiento de una buena
playlist de canciones a las que la músicadehoytantodebe.