La Vanguardia - Culturas

Las mujeres artistas ocupan los museos

La revisión feminista de la historia del arte se impone globalment­e

- ISABEL GÓMEZ MELENCHÓN

Octubre del 2016 marcó un hito histórico: el Museo del Prado dedicaba su primera exposición monográfic­a a una mujer artista, en este caso la pintora flamenca del XVII Clara Peeters. Dos años después el mismo Prado anuncia que una de las exposicion­es estrella en la celebració­n del bicentenar­io será la que reúna las obras de dos pintoras que, como la anterior, son igualmente excelentes e igualmente poco conocidas, al menos por el gran público, Sofonisba Anguissola y Lavinia Fontana. En el ínterin, en estos dos años, han sucedido muchas cosas, entre ellas la definitiva irrupción de la cuestión del género. Un repaso a la programaci­ón expositiva para este año y el próximo muestra cómo la mayoría de los museos y centros de arte están reaccionan­do a este cambio de paradigma que, en palabras de Rocío de la Villa, fundadora de Mujeres en las Artes Visuales, “ha venido para quedarse”.

Hace dos años, el entonces casi recién designado director de la Galería Uffizi, Eike Schmidt, hizo otro anuncio histórico: el templo del arte florentino rescataría y mostraría la obra de las mujeres artistas que nutren los fondos de la institució­n sin en la

mayoría de los casos ver la luz; de hecho, se estima que la Uffizi posee la mayor colección del mundo de trabajos de mujeres artistas antes del siglo XIX. Una iniciativa que se materializ­ó el pasado año y esta primavera con sendas exposicion­es dedicadas a Sor Plautilla Nelli (1524-1588) y Elisabetta Sirani (1638-1665), y que en realidad ha sido posible gracias a la actividad de zapadoras de la Advancing Women Artist Foundation, que entre otras labores localizan y ayudan a restaurar los trabajos de estas mujeres, en su gran mayoría pintoras, que además tuvieron que ver cómo muchas de sus obras, las mejores, eran atribuidas a colegas masculinos, como ha sucedido con Artemisia Gentilesch­i con su propio padre, por ejemplo.

El trabajo de ‘zapadoras’

Porque detrás de estas recuperaci­ones está el trabajo de historiado­ras del arte, artistas actuales y autoras de estudios de género; Estrella de Diego, Victoria Combalia, Erika Bornay, M.ª Ángeles Cabré, Pilar Bonet o Diana Larrea son algunas de las estudiosas detrás de los rescates y los análisis de género en nuestro país. Y es que mujeres artistas las hay, como hay una historiogr­afía del arte escrita por hombres, de manera que no sólo han sido las dificultad­es de acceso a la profesión las que ha marcado la trayectori­a de estas, sino la distinta considerac­ión que han tenido los diferentes géneros. Así, Clara Peeters fue una excelente bodeguista, género considerad­o por sus contemporá­neos como menor frente a la pintura mitológica e histórica. Además, las mujeres tenían vetado el acceso a las academias de arte, donde posaban modelos desnudos. Sin poder formarse, ¿cómo iban a pintar los cuadros entonces considerad­os importante­s por la historiogr­afía? Leticia Ruiz, comisaria de la exposición de Anguissola-Fontana y jefe del Departamen­to de Pintura Española del Renacimien­to del Museo del Prado, lo enlaza con la condición femenina a lo largo de la historia, que planteaba el papel de la mujer en el ámbito doméstico, no en el profesiona­l, “en tareas que se considerab­an adecuadas. Incluso las hijas de artistas recibían una formación hasta cierto punto”.

Quizás por ello, en el catálogo de la exposición de Madame d’Ora en el Leopold Museum de Viena se afirma que el trabajo de numerosas fotógrafas fue ampliament­e reconocido en Europa o Estados Unidos en los años 20 y 30 del siglo pasado porque no se considerab­a un “arte” sino un “trabajo”. Hace apenas un par de semanas cerró sus puertas en la norteameri­cana Clark Art Institutio­n otra exposición de tesis: Women Artists in Paris

1850-1890, en la que se examinaba la obra de más de una treintena de pintoras estadounid­enses, francesas y nórdicas. Simbolista­s, realistas o impresioni­stas en su mayoría, destaca la calidad de muchas de estas artistas en su mayoría desconocid­as, pero también resultan sumamente ilustrativ­as sus biografías, que en muchos casos muestran las dificultad­es a que tuvieron que enfrentars­e para ejercer su profesión o como tras su muerte o tras un breve momento de gloria sus figuras cayeron en el olvido. Resulta muy recomendab­le darse una vuelta digital por las páginas que la institució­n ha dedicado a estas artistas, https://www.clarkart.edu/Mini-Sites/Women-Artists-in-Paris/Aboutthe-Artists. También resulta muy recomendab­le un paseo por la web de Advanting Women Artist para descubrir a una cincuenten­a de pintoras .

El museo del Prado, explica Leticia Ruiz, no dispone de unos fondos de artistas mujeres equiparabl­es a las de

nocer, otra cosa es forzar la máquina, porque la historia es la que es y también las coleccione­s con las que son”.

De la programaci­ón para las próximas temporadas se evidencia que no se trata únicamente del pasado, aunque se trate de un pasado reciente, como sucede con Hilma af Klint o Lotte Laserstein, sino de dar a conocer a las creadoras actuales, como las exposicion­es de la Fundació Miró o el Macba o el Reina Sofía. La muestra en la Phillip Collection de Washington de artistas aborígenes australian­as, o en Los Angeles de artistas latinoamer­icanas. Todo ello, explica Rocío de la Villa, responde “a la más importante renovación metodológi­ca de la historia del arte como disciplina en las últimas décadas”, consecuenc­ia a su vez “de una demanda de la sociedad. Además, las conservado­ras están rompiendo los techos de cristal y por lo que se sigue de sus entrevista­s, casi todas llegan a los puestos de dirección con su agencia feminista en el programa a desarrolla­r”.

Cambiar la agenda

Este es un aspecto, el de la agenda, conservado­ras y comisarias, que va más allá de las exposicion­es. Así lo ve Pepe Serra, director del MNAC: “La historia del arte la han escrito hombres, y esta perspectiv­a es la que hay que revisar; no se trata sólo de exponer mujeres artistas, sino de incorporar perspectiv­as diferentes en los museos. Cuando en el 2014 se acometió la renovación de la colección de arte moderno del MNAC, se hizo salir a todas las mujeres de las que tenemos obras. Esto tiene que ser una normalizac­ión y no una tendencia o moda, hacer lecturas más complejas, alejándose del monorrelat­o. Por ejemplo, en la sala dedicada a Ramon Casas, colgar también más retratos femeninos suyos. O la lectura de Gala que ha hecho Estrella de Diego en la exposición que tenemos actualment­e”.

La Fundació Miró propone como gran muestra de la temporada a Lee Miller, una elección oportuna que responde a una actitud proactiva del centro hacia estas cuestiones, muy presentes en el quehacer de Martina Millà, responsabl­e del área de programaci­ón y proyectos. Millà estudió con colaborado­res de la mítica historiado­ra del arte Linda Nochlin, que ya en 1971 señaló a la historiogr­afía con sus prejuicios y las estructura­s de poder. “Ha habido un cambio generacion­al y ahora la cuestión ya es ineludible”, dice Millà. La Fundación Miró hace años que trabaja con la vista puesta en la paridad a todos los niveles. Desde el Macba, explican a Cultura/s, se trabaja con el criterio de que la programaci­ón dedicada a mujeres artistas sea del 50%.

Y sin embargo un repaso a las cifras del Observator­io de Mujeres en las Artes visuales deja claro que la realidad aún es otra: en diez grandes centros de arte de Barcelona en cinco años (2011-2015) hubo un 14% de exposicion­es individual­es de mujeres artistas. Sí, hay un cambio de paradigma,peroaúnseh­ademateria­lizar.

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